El secretario de Estado de Hacienda, Enrique Giménez-Reyna, explicó ayer que presentó su dimisión al ministro de Hacienda para no ser un lastre en la gestión limpia e impoluta del Ministerio y del Gobierno. «Un cargo como éste debe estar libre de toda sospecha o asomo de duda», dijo.
Apuntó que tomó la decisión de dimitir el viernes cuando, después de participar en unos cursos de verano, se vio rodeado de decenas de medios de comunicación preguntándole por el caso 'Gescartera'. En ese momento se planteó si tenía sentido trabajar con esa presión y se dio cuenta de que no podría soportarlo.
Insistió en que no tiene nada que ver con la empresa intervenida por la CNMV, cuya presidenta es su hermana. El escándalo estalló al ser la empresa incapaz de justificar el paradero de 13.000 millones de pesetas, de los que sólo han aparecido 5.000.
Giménez-Reyna aseguró que tiene la conciencia «absolutamente tranquila», aunque matizó que no solamente él debe creer en su inocencia sino también los demás, por lo que aseguró que no dará ninguna oportunidad para que la Agencia Tributaria, que abrirá una investigación sobre Gescartera, tenga un atisbo de dudas.
Reconoció que tuvo «serias dudas» de que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, aceptara su dimisión, ya que el titular de Hacienda siempre creyó en él, aunque comprendió sus razones y le pidió que se quedara un tiempo más en el cargo. Por eso, permanecerá en su puesto una semana más, y aseguró que no ha propuesto ningún nombre al ministro.