La Audiencia Nacional dictó ayer una sentencia por la que condena a 45 años y ochos meses de prisión al miembro del GAL Ismael Mikel Gutiérrez por su participación en el asesinato del ciudadano francés Robert Caplanne en 1985 "al que confundieron con un etarra", y por pertenecer a una banda armada, considerando como tal a los GAL. Por el asesinato de Caplanne ya fueron condenados en 1987 Javier Rovira Llor (autor material), José Luis Fariñas, Jorge Porta, y Carlos Pedemonte. No obstante, la sentencia notificada ayer mantiene que «con la aparición del procesado rebelde», preso en Tailandia por tráfico de drogas desde 1986 hasta 1997, «han variado mucho las cosas».
El Tribunal recuerda que Mikel, a través de entrevistas a medios de comunicación, «ha suministrado datos con los que antes no se contaba, datos que le inculpan en un delito de militancia en grupo armado y que arrojan nuevas luces sobre la real participación de los condenados en el mismo delito».
Los jueces afirman que «queda por averiguar la identidad de esas personas aún no identificadas, que se encontraban relacionadas sólo con Ismael Mikel», de las que, según dicen «no nos cabe duda la real existencia de los mismos». Estas personas, según el Tribunal, «le suministraron la información sobre los miembros de ETA que habrían de ser asesinados, incluso sus fotografías, proporcionándole datos a los que por sí mismo nunca habría tenido acceso, documentos que sólo están a disposición de determinadas autoridades (como originales sin rellenar del DNI).
En este sentido, el Tribunal subraya que en las declaraciones se habla de «contactos, relaciones, entrevistas, etc. de Ismael Mikel con individuos del Ministerio del Interior», y recuerda que Mikel «imputó a otra u otras personas relacionadas con tal Ministerio al haberle inducido a perpetrar los hechos que cometió y, en definitiva, haberle encomendado el exterminio de miembros de ETA».
«A mi se me indujo al asesinato en las mismísimas dependencias de Interior», dijo Mikel en una carta que remitió desde Tailandia en 1996 al líder de IU, Julio Anguita. En la misma carta, el condenado aseguró que «el Gobierno socialista organizó nuestro grupo y nuestra posterior detención», afirmación sobre la que se negó a hablar en la vista oral.
A este respecto, el Tribunal considera «tremendamente llamativo» que Mikel se dirigiese a los magistrados en el juicio afirmando que «no iba a denunciar a sus jefes ni a declarar sobre el asesinato de Caplanne mientras permaneciera en prisión».