El presidente del PSOE, Ramón Rubial Cavias, murió la madrugada del lunes en su domicilio de Bilbao a la edad de 92 años a causa de los problemas coronarios que obligaron a su reciente hospitalización. Luchador infatigable del socialismo, militante desde los 14 años y con 20 años de cárcel, torturas y persecuciones a sus espaldas, Rubial acometió la difícil tarea de reorganizar el partido durante la dictadura franquista. Su muerte dice adiós a una figura histórica de la política, el sindicalismo español y la tolerancia y deja un vacío en el PSOE de un hombre que comenzó como obrero metalúrgico y que acabó ocupando no sólo un puesto de honor en su partido, sino también en la democracia española.
El PSOE suspendió todos los actos previstos entre ayer y hoy en señal de duelo. Además, todos los miembros de la ejecutiva federal tienen previsto asistir hoy al entierro del histórico dirigente socialista en la capital vizcaína, donde está instalada la capilla ardiente y delante de la cual desfilaron ayer cientos de personas.
El coche fúnebre con los restos mortales de Rubial se instaló en la sede del PSOE de Bilbao. Portaron el féretro dirigentes socialistas de Euskadi. A su llegada fue recibido con aplausos por los numerosos militantes y simpatizantes allí congregados, entre los que se encontraba Joaquín Almunia.
La estancia la presidía una gran foto del histórico militante socialista y a sus pies, se encontraba el cadáver cubierto por la bandera roja del partido. A la izquierda del féretro, los socialistas instalaron una corona del PSOE de Vizcaya, y a la derecha cuatro banderas: la vasca, la española, la vizcaína y la del PSOE. Los primeros en entrar a la capilla ardiente fueron sus familiares "su hija, su yerno y su nieta" a quienes siguieron destacados miembros del partido como Joaquín Almunia, Ramón Jaúregui, Nicolás Redondo o Txiki Benegas. El féretro se trasladó a las ocho de la tarde a la Diputación Foral de Vizcaya donde los simpatizantes podrán dar su último adiós a Ramón Rubial hasta esta tarde.