VIDA EJEMPLAR

Ramón, estudiante de IA a los 91 años: «Aprender no depende de la edad, depende de la curiosidad»

Con más de nueve décadas de experiencia a sus espaldas, Ramón es un ejemplo claro de adaptación a los cambios tecnológicos

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La inteligencia artificial avanza a un ritmo vertiginoso. Su presencia ya abarca casi todos los ámbitos de la vida cotidiana: desde la medicina y la educación hasta el arte o la comunicación. Esta transformación despierta tantas preguntas como posibilidades. Por eso, cada vez más personas sienten la necesidad de comprender qué es realmente esta tecnología, cómo funciona y qué implicaciones tiene para el futuro. Entre quienes se han acercado a este fenómeno se encuentra Ramón, que a sus 91 años ha decidido explorar este campo movido por una curiosidad que, lejos de apagarse con los años, parece avivarse aún más.

El caso de Ramón es indudablemente extraordinario ya que no abundan los hombres de su edad que decidan sumergirse en el estudio de la inteligencia artificial. Sin embargo, basta con conocer un poco su trayectoria para que esta decisión deje de parecer sorprendente. A lo largo de su vida, Ramón ha cultivado una inquietud intelectual que le ha permitido reinventarse en numerosas ocasiones. Desde muy joven entendió el valor del esfuerzo: «En casa no había mucho dinero, así que empecé a trabajar siendo muy joven», recuerda.

Profesionalmente, se ha dedicado «esencialmente a los negocios». Ha ocupado cargos de importancia en multinacionales como General Foods, Cadbury Schweppes o Blockbuster. Esto le ha llevado a vivir en Francia, Inglaterra o Estados Unidos. Además, fue docente en una escuela de negocios en Barcelona. Siempre ha mantenido un fuerte vínculo con el mundo académico. De hecho, es doctor en Ingeniería Industrial.

En la actualidad, vive cerca de Sineu con su mujer y su perro. Fue precisamente gracias a ella que descubrió el curso sobre IA que marcaría el inicio de una nueva etapa de aprendizaje en su vida. Explica: «Mi mujer está terminando empresariales en la UOC. Un día, un profesor proyectó un vídeo sobre Founderz. Ella me lo enseñó y me pareció interesante. Ya había oído hablar de la inteligencia artificial, pero nunca había profundizado. Así que decidí apuntarme… y me enganchó». En su entorno, nadie se sorprendió de su decisión ya que «me conocen bien», dice. Aún así, entiende que a la gente le llame la atención su caso porque no es habitual. Considera que la experiencia en el curso ha sido «muy enriquecedora». Entre las mayores dificultades destaca «la creación de agentes de IA», mientras que lo más gratificante de la experiencia ha sido «conocer a Pau y a todo su equipo y formar parte de la comunidad del curso, interactuando con otros alumnos».

Con más de nueve décadas de experiencia a sus espaldas, Ramón ha sido testigo de muchos de los avances tecnológicos más destacados del siglo XX y XXI. Esto le permite valorar la aparición de nuevas herramientas como la IA con una perspectiva amplia y bien fundamentada. Al preguntarle sobre el impacto de esta tecnología, respondió: «Creo que la IA será como la mecanografía: todo el mundo acabará usándola, aunque hoy parezca cosa de unos pocos. También repercutirá en el mundo laboral. Seguramente desaparezcan empleos que la IA pueda desarrollar con mayor eficacia, pero aparecerán otros nuevos». Además considera que su nivel de impacto es comparable a la revolución que supuso la aparición de Internet.

Más allá de su carrera en el mundo empresarial, Ramón es un apasionado del teatro. En su etapa universitaria, fue director de teatro del colegio mayor en el que residía en Barcelona. Al hablar sobre la convivencia entre el arte y la IA, declaró: «Los artistas van a seguir creando. La IA no deja de ser un herramienta que puede resultar de gran ayuda. Por ejemplo, a un escritor le puede ayudar a corregir escritos».

Ramón es la prueba viviente de que el aprendizaje va más allá de la edad. Lo expresa con convicción: «Aprender no depende de la edad, depende de la curiosidad. Si usted es curioso, aprenderá toda la vida». Además invita a que otras personas mayores de su edad que sienten curiosidad por la IA den el paso: «Si sienten curiosidad , adelante. No es tan difícil como parece». En una era marcada por la transformación constante, historias como esta nos recuerdan que la curiosidad y el deseo de aprender siguen siendo nuestras mejores herramientas para adaptarnos, comprender y avanzar junto a la tecnología.