Este miércoles 9 de mayo se cumplen 20 años de la aprobación de la conocida como ‘Ley del divorcio exprés’ que cambió la vida de millones de personas en España, especialmente en Baleares, uno de los territorios del país en los que se producen más rupturas matrimoniales. La abogada Mariló Lozano, especialista en derecho de familia, nos ayuda a analizar uno de los mayores cambios sociológicos del siglo XXI.
¿Qué supuso la Ley del divorcio de 2005?
—Hubo un cambio sustancial que tuvo muchísima repercusión desde el punto de vista sociológico. En los últimos tiempos de vigencia de la Ley del Divorcio del 81, tanto los tribunales como la abogacía, estábamos intentando ser flexibles, porque antes tenía que haber una causa clara para que el juez declarara el divorcio, una causa como el incumplimiento de las obligaciones conyugales, la infidelidad… La ley no contemplaba a parejas que simplemente habían perdido el amor, en esos últimos años hablábamos de la falta de afecto marital como causa.
¿Por qué pasó a la historia como la ley del divorcio exprés?
—Porque hasta entonces las parejas tenían que esperar un año para divorciarse, porque el divorcio era un derecho que estaba sujeto a plazos. Tenías que acreditar que hubiera trascurrido primero un año desde la sentencia de separación y solo podías obtenerlo directamente si acreditabas 5 años de cese efectivo de la convivencia, cosa que no era fácil. Se conocía como 'Ley del divorcio exprés' porque no obligaba a estar separados con sentencia judicial. Eso y la eliminación de los motivos para acceder al divorcio fueron los dos principales cambios que introdujo. Evidentemente la gente se separaba y se separa porque tiene un motivo para hacerlo, pero ya no es necesario poner en marcha la maquinaria de acreditar. En el ‘incumplimiento de los deberes conyugales’ era donde antes se metía todo, daba mucho de sí.
La ley se aprobó apenas una semana después de que se aprobara el matrimonio igualitario.
—Sí, la ley del divorcio exprés se aprobó solo unos días después de que se introdujera en 2005 el matrimonio igualitario de personas del mismo sexo, que les otorgaba el derecho al divorcio en las mismas condiciones que al resto. La ley española del divorcio exprés fue una de las pioneras en Europa. Con sus ventajas e inconvenientes, fue la primera en quitar los motivos causales en los divorcios de mutuo acuerdo.
¿Fuimos pioneros? ¿Seguimos por delante del resto?
—En Alemania aún tienen que esperar un año desde la separación para divorciarse de mutuo acuerdo. Hasta hace un año, también pasaba en Malta, hace tres en Irlanda y acaban de quitar la justificación de causa en Francia. Aún queda esa reminiscencia de la cultura judeocristiana de que el matrimonio no se debe tomar a la ligera… Ahora sí, una cosa es la libertad personal y el ejercicio de los derechos constitucionales y otra distinta son las medidas complementarias que conllevan obligaciones de los hijos, pensiones, compensaciones…
La ley del 2005 introdujo también la custodia compartida…
—Sí, la patria potestad ya la teníamos en la ley del 81 que establecía que era compartida entre las dos partes. Antes de 1981 había un artículo, que traía de cabeza a las madres, que decía que los menores de 7 años no podían dormir con su padre... La Ley de 2005 fue la consecuencia del cambio psicológico y social que implicó la incorporación plena de la mujer al mundo laboral. Antes estaba asumida a los roles del cuidado y la crianza de los hijos. La evolución que se ha dado sobre la custodia compartida es un ejemplo de ese cambio. En la generalidad de casos el hombre y la mujer ahora trabajan fuera y cuidan de sus hijos. Los hombres han ido abandonando el rol del proveedor que delega en la mujer lo que ocurre dentro de la casa. Se han roto las fronteras y hay vasos comunicantes. Antes tenías que demostrar que el padre era prácticamente el mejor padre del año para obtener la custodia compartida y que la madre a su vez era nefasta. Todo eso ha ido superándose con el tiempo. El supremo ya ha declarado que lo más adecuado para el menor es la custodia compartida. Lo que se convirtió en excepcional en su momento, ahora es lo habitual y lo general. Se acude a la custodia compartida salvo que excepcionalmente se den circunstancias que provoquen que el juez se decida por una custodia paterna o materna.
¿El mundo es ahora tan diferente al de 2005?
—Parece que ha pasado poco tiempo desde que se aprobó la primera ley del divorcio pero en realidad llevamos desde el año 81 y ha sido una evolución revolucionaria. Hemos cambiado muchísimo en poco tiempo. Tanto a nivel sociológico como de avance de los derechos de los niños, todo es diferente y el concepto de familia tradicional se ha diluido completamente. Ahora tenemos familias tradicionales, nuevas familias de padre-padre o madre-madre con niños, familias reestructuradas en las que ambos aportan hijos… Y no podemos olvidar la participación importantísima de los abuelos en la crianza de los nietos, porque los hijos son letras que nunca vencen… Los padres siempre estamos ahí.
¿Cada vez nos divorciamos más cuando se acaba el amor?
—Una vez se acabó el amor no hay que contar días ni acreditar ninguna causa. Antes, para acreditar una infidelidad o tenías pruebas contundentes o tenías que contratar un detective para conseguirlas. Ahora el detective no está para el divorcio, sino para temas de pensiones. Los profesionales colaboradores con la justicia a los que se acude (detective, psicólogos y trabajadores sociales) están más al día que nunca, antes era raro que interviniese un psicólogo o coordinador de parentalidad salvo que fuera una familia desestructuradísima. Un divorcio es un duelo de dos años y muchos no lo saben gestionar. Ahora nos divorciamos más y el número de separaciones en cambio es casi testimonial. En cualquier colegio de Palma de 40 alumnos, casi el 40 % son hijos de padres divorciados y junto con Canarias, Baleares es de los territorios de España que más asuntos familiares tiene. Tenemos una gran cantidad de divorcios, muchas veces con un elemento internacional con todo lo que ello comporta de normativa.
¿Por qué cree que en Baleares nos divorciamos más que en otros territorios?
—Es difícil decirlo. Creo que el hombre es un animal de costumbres. Baleares es también de los lugares con más parejas de hecho y eso no se contabiliza. Aproximadamente el 30 % de los menores de 18 años son hijos de padres no casados, hay un número importante de parejas que huyen del vínculo matrimonial pensando que si se rompe la pareja será más fácil cuando es lo contrario. Yo siempre aconsejo que se casen, por cuestiones hereditarias, fiscales… la gente tiene una idea de que los casados y las parejas de hecho somos iguales en derechos y no es así. Los niños tienen los mismos derechos, los padres no. Luego vienen los problemas con las pensiones de viudedad.
Nilo Garciaara són menys, la diferencia és que ara matar a una dona té un nom, abans era es considerava mala sort o una mort natural.