Un hombre, R. M., lleva casi dos meses esperando para conseguir una nueva silla de ruedas, después de que la aerolínea con la que viajó a Valencia desde Mallorca el pasado abril le rompiera la suya durante el vuelo. «Dependo de mi silla de ruedas para poder continuar con mi vida diaria», dice desesperado.
Cogió el vuelo el pasado 28 de abril, día del apagón en España. Normalmente, las personas con movilidad reducida entran al avión con su silla de ruedas, luego se baja ésta a la bodega y al aterrizar se vuelve a subir al avión para que el pasajero puede salir por su cuenta. Sin embargo, «ese día no la subieron» le dieron otra y tuvo que ir a buscar la suya a la cinta de equipaje: «Cuando fui a recogerla estaba partida por la mitad», recuerda.
Hizo un parte de irregularidades y al día siguiente le llegó un correo donde le indicaba la documentación que tenía que presentar para evaluar los daños: «No se podía reparar así que tenía que presentar una factura de una silla nueva». La compañía le solicitó un finiquito de 11.050 euros para comprar la nueva silla. «No han querido abonar directamente el dinero. Fui a la ortopedia y me dijeron que la aerolínea aún no había pagado y que no me puedo llevar la silla».
Tanto él como la ortopedia llaman constantemente para saber si ya se ha hecho el ingreso y siempre les contestan que «en un par de días estará resuelto porque es una gestión prioritaria». Sin embargo, han pasado meses. Al hablar con el departamento de reclamaciones R. M. ya sabe de memoria todos los datos que tiene que facilitar y qué le va a decir el contestador automático y el agente que le atienda: ya se ha avisado al área de supervisores y la reclamación esta pendiente de verificación; pero «la verificación nunca llega».
«Necesito la silla para trabajar, estoy rechazando ofertas de empleo por no tener silla. No puedo usar muletas por problemas de espalda y en el hombro». El 11 de junio mandó el último correo a la compañía explicando de nuevo su situación e indicando que si no actuaban se vería obligado a interponer una demanda. Finalmente la ha puesto, por daños y perjuicios y el requerimiento del pago. «He aguantado sin adelantar yo el dinero porque ya me han dicho que si lo hago, me puedo olvidar de que me paguen pero, sino queda más remedio, tendré que hacerlo», lamenta.
«Deberían preocuparse por este tipo de incidentes, no es un capricho, es una necesidad básica de movilidad. Ya no es solo por mi, le pasará a más personas con discapacidad. Tienen que tener más cuidado con el material y cumplir con los requisitos y las normas establecidas», añade.
Buenas noches. Acabo de ver la noticia. Tengo una silla en casa la cual te puedo ceder hasta tener Tú nueva silla. Si te interesa escribeme. sarasvati62@gmail.com. Un Saludo