Los bombardeos de Israel a Irán, la respuesta persa y la intervención de Estados Unidos abre un nuevo frente de incertidumbre y da una vuelta de tuerca al uso de la fuerza sin respeto a la legalidad internacional, coinciden en eso el embajador Jorge Dezcallar y el profesor de la UIB, Pau de Vilchez. Detrás de la actuación israelí están «veinte años de obsesión de Netanyahu», el primer ministro de Israel, señala Dezcallar: «El director del Mosad me decía que era su obsesión, el enemigo existencial».
El embajador y exdirector del CSID explica: «Los israelíes dicen que Irán quiere bombas atómicas y en este momento no hay pruebas, aunque no son de fiar y este momento están enriqueciendo uranio al 60 por ciento cuando para su uso energético basta el tres». El riesgo para Israel sería tener otra potencia atómica en la zona que altere el equilibrio estratégico: «Tel Aviv no teme que Irán le tire una bomba nuclear, lo que sería estúpido porque habría también una respuesta nuclear, aunque Israel no admita que tiene la bomba atómica».
El encaje de Estados Unidos es diferente: «Donald Trump va claramente a remolque. Ha visto que el ataque ha sido un éxito y ha querido apuntarse». De paso, señala que hay otros mensajes: «Uno a China que es que estados Unidos sigue siendo la potencia más poderosa y que han hecho lo que nadie es capaz de hacer». Mientras, Irán se ha quedado solo con una tibia respuesta de China que, según Dezcallar seguirá así salvo problemas con el estrecho de Ormuz por el que pasa la mayor parte del petróleo que va a la potencia oriental. «A Putin tampoco le interesa, tiene su guerra y el resto de Oriente Medio lo que quieren es hacer negocios, no la guerra. Ven con recelo a Israel pero tampoco les gustaba Irán».
Descarta una intervención militar terrestre: «Es impensable, sería una desastre infinitamente mayor al de Irak o Afganistán». Sobre la respuesta de Irán de atacar bases de EE.UU. en Oriente Medio, valora: «Irán tiene uque responder y atacar una base es lo menos grave frente a otras respuestas como el cierre del Estrecho de Ormuz» aunque, eso sí, «va a exigir que Trump responda otra vez». Duda, en cualquier caso de que el ataque provoque el fin del régimen iraní dado que, por el momento, la respuesta ha sido «juntarse tras la bandera»: «Irán es un viejo imperio, no es un país de chichinabo».
El profesor de Derecho Internacional Público de la UIB, Pau de Vilchez reflexiona: «Desde 1945 la guerra está prohibida como instrumento de política internacional salvo en algunos supuestos: legítima defensa, seguridad colectiva o pueblos sometidos. En este contexto, Israel no tiene derecho a atacar a Irán». La situación es similar al ataque de EE.UU. a Irán en 2003 respaldado por algunos aliados (la foto de las Azores) ante la supuesta presencia de armas de destrucción masiva. «Es algo muy parecido y esperemos que no acabe igual», señala en alusión a que, la caída de Sadam Huseim provocó una guerra civil y el surgimiento de actores como el Estado Islámico. Sobre cómo terminar con el conflicto, De Vilchez advierte: «Cuando creas a Frankestein sabes lo que estás creando pero no lo puedes controlar. El problema de la guerra es que es fácil prender la llama, pero no apagarlo». Así, una posible caída del régimen iraní podría desembocar en una guerra civil o en otro tipo de conflicto, reflexiona.
De Vílchez valora que este tipo de intervención «es abrir la caja de Pandora» a la hora de justificar actuaciones bélicas y que, en todo caso se enmarca en el abandondo del multilateralismo en favor de la ley del más fuerte, impulsada por Estados Unidos: «Son los que deciden soy el más fuerte cuando, tras la caída del régimen soviético había una oportunidad histórica para un orden internacional más justo». Rusia o China tomaron nota. «Es una carrera suicida que me recuerda más al periodo previo a la I Guerra Mundial: nacionalismo creciente y llamadas constantes a rearmarse».
La presidenta de la asociación persa en Balears, Sedi Behvarrad, por su parte, saluda la acción: «Es muy triste decirlo pero la gente iraní que estamos fuera y muchos dentro estamos felices con esta guerra». Añade que, tras 46 años de régimen totalitario: «Este régimen ha matado a mucha gente. Tiene personas en las cárceles solo poder decir una palabra en contra de ellas». Confía en que suponga el final de los ayatollah: «Estamos seguros de que han tocado a su fin y eso puede ser la salvación de Irán. No son solo peligrosos para el país, los ayatolah lo son para todo el mundo».
E Israel para el mundo entero