Lucía Muñoz, concejala de Podemos en el Ajuntament de Palma, ha aterrizado este jueves 19 de junio en Mallorca, tras permanecer una semana en El Cairo, esquivando los controles de la policía del país. Centenares de españoles quedaron atrapados en la capital de Egipto sin posibilidad de volver a casa después de desplazarse a la ciudad para unirse a la Marcha Global por Gaza. Al menos seis de ellos eran ciudadanos de Baleares.
¿Cuándo y por qué decidís viajar a El Cairo?
—Viajamos para unirnos a la marcha mundial cuyo objetivo era desbloquear la ayuda humanitaria. Israel bloquea su entrada a Gaza utilizándola como arma de guerra, además de perpetrar el genocidio día tras día. Esta marcha tenía como objetivo visibilizar la situación, eso lo hemos conseguido, aunque no hallamos conseguido llegar a llegado a Rafath. Si los gobiernos no actúan como deberían, son los pueblos los que se han movilizado.
¿Cuántos ciudadanos de Baleares viajaron a Egipto?
—Unas 4.000 personas de distintos países viajamos a El Cairo para sumarnos a la marcha, españoles había unos 300, hasta donde yo sé seis eran de Mallorca.
Llevan días denunciando deportaciones, detenciones e incluso agresiones por parte de la Policía. ¿Están los mallorquines a salvo?
—Hasta donde yo sé no ha habido ninguna deportación. Alejandra Martínez y yo conseguimos regresar ayer a España con dos de ellos y sabemos que las otras dos personas siguen allí, pero están seguras.
¿Cómo han vivido estos siete días de infarto?
—Nosotras viajamos el jueves 12 de junio y la primera noche nada más llegar al aeropuerto, en el control, nos quitaron los pasaportes y nos tuvieron retenidas dos horas. Nos metieron en un cuartelillo a interrogarnos y después de unas horas nos dejaron ir.
En ese momento la organización ya denunciaba detenciones y deportaciones en los hoteles…
—Sí. Nosotras teníamos reserva para pasar la noche en el hotel Salma, en el que había habido las detenciones ya el día anterior y cambiamos la ubicación por una alternativa segura. Tanto el primer día como los siguientes han sido de mucha tensión. Intentamos llegar Ismailía, como primera etapa del trayecto, las instrucciones eran ir en grupos reducidos de dos o tres y llegar como pudiéramos. Tuvimos la suerte de encontrarnos con un taxista que sabía perfectamente lo que estaba haciendo, llevaba una pulsera en la que se leía ‘free Palestina’ y con mucho disimulo nos llevó y superamos los check points donde la mayoría de gente se quedó. Casi todas las imágenes que circulan de activistas gritando consignas son de esos puntos. Nuestro taxista tuvo a bien ir por otros controles. Nos desviamos a un pueblo a las afueras del lugar de encuentro. La idea era acercarnos desde allí a Ismalía donde ya a media noche detuvieron a algunas personas. Por la mañana nos llamaron de la recepción diciendo que alguien estaba abajo y que nos quería ver. Supimos que era la policía. Hicimos nuestras maletas bajamos y nos metieron en un autobús de vuelta a El Cairo. El despliegue era tremendo, delirante, con más de 15 policías y dos francotiradores, totalmente desproporcionado.
¿Han tenido miedo?
—Hemos vivido momentos difíciles de tensión e incertidumbre, pero nada es comparable al infierno que vive el pueblo palestino. Quienes hacemos activismo estamos acostumbrados a trabajar con ese miedo para que no gane. Mientras estábamos allí han asesinado a 500 personas que buscaban comida en Gaza. Ahí es donde tiene que estar el foco. En Egipto vimos mucha mirada cómplice y solidaridad popular, a pesar del miedo al régimen. El pueblo egipcio es muy propalestino, el gobierno de Egipto lo es solo de palabra, un poco como el Gobierno de España.
De vuelta a El Cairo pidieron ayuda a la embajada Española que previamente había advertido a los ciudadanos de nuestro país que no acudieran a la marcha.
—Así es. Desde el primer día hubo detenciones y deportaciones, incluso de turistas,pero después ya fueron a por los organizadores de la marcha. Nos reunimos con el embajador español y le pedimos que agotara la vía diplomática para intentar que el gobierno de Egipto autorizara la marcha. La organización había pedido los permisos días atrás pero no había recibido respuesta. El embajador nos dijo que la cultura árabe es así. La reunión que mantuvimos con él fue un insulto a la inteligencia, nos dijo básicamente que no deberíamos hacer ido y que poco teníamos que hacer.
Es cierto que la embajada Española ya había avisado de que la marcha no estaba autorizada y de que podía haber consecuencias
—Es cierto. Nosotras intentábamos que pidiera que se rebajaran la presión policial y los abusos y que nos ayudara a mandar el mensaje de lo que estaba ocurriendo a España. Pusimos en su conocimiento que mucha gente quería volver y no tenía medios para hacerlo. Sentimos miedo y abandono por parte de la embajada. La reunión fue absolutamente infructuosa. Hay que decir que los activistas recibieron la misma respuesta de todas las embajadas, que se limitaron a mantener sus intereses económicos. Si estábamos un montón de personas de distintos países allí es porque los gobiernos no están haciendo nada para evitar el genocidio, al contrario. Se están pronunciando en su mayoría en apoyo a Israel.
¿Les dejaron a su suerte?
—Sí. Se escudaban en que habían avisado y apelaban a la responsabilidad individual de cada uno. El embajador nos dijo que los cargos públicos (solo quiso reunirse con nosotros) no habíamos ido en condición de cargos públicos. Sentimos un desprecio a los representantes políticos y sobre todo una inoperancia a la hora de afrontar la realidad. No soluciona nada decirte que no deberías haber ido. La gente estaba en ese momento allí atrapada sin medios para volver.
¿Eran conscientes de que eso podía ocurrir cuando partieron de Palma?
—Eramos conscientes de las dificultades que podía haber, de la dictadura militar que es Egipto y sin embargo teníamos cierta esperanza, porque pocos días antes el ministro de exteriores de Egipto había hecho con otros ministros de exteriores un pronunciamiento público denunciando el bloqueo de ayuda humanitaria y apoyando al pueblo palestino. Pensábamos que autorizarían la marcha. Creo que lo que hace su gobierno es parecido a lo que hace el gobierno de España, que dice que es solidario pero trafica con armas y deja que las bases de Morón y Rota sirvan a EEUU que apoya y colabora con el genocidio.
Durante su viaje a Egipto Israel ha iniciado una ofensiva contra Irán.
—Sí. El ataque de Israel a Irán es una grave amenaza contra la seguridad. Que ante todo esto el embajador me diga que el Gobierno español ha hecho un embargo de armas, cuando vemos en el portal de contratación que no es así, es un insulto a la inteligencia. Sigue habiendo contratos de armas y nuestras bases siguen sirviendo para el tráfico de armas hacia Israel. En la sesión de este miércoles Margarita Robles dedicó nueve minutos a explicar una sarta de mentiras. La única verdad que dijo es que en las bases españolas sirven a los aviones cisterna estadounidenses.
¿Preparan alguna iniciativa de apoyo a Palestina a su regreso a Mallorca?
—Nosotras ya en el debate del estado de la ciudad propusimos que Palma fuera un espacio libre de aparheid y que no se hicieran contrataciones con empresas colaboradoras del genocidio. Louis Vuitton, que cerró el Castell de Bellver para su presentación, es una de las empresas que financian el genocidio. Se pueden hacer cosas desde aquí. El foco hay que ponerlo en nuestros gobiernos, en el de España y en los gobiernos europeos. A nivel individual hay que seguir animando a la gente a hacer boicot a todos los productos de esas empresas. Tienen tentáculos por todas partes. No solo es necesario que lo haga la población. La administración también debe volcarse en ese boicot.
¿Qué balance hace de su viaje a Egipto?
—La valoración de la iniciativa es positiva, porque se ha conseguido reforzar el movimiento de solidaridad y mejorar la coordinación internacional. Ha sido un hito histórico, aunque no hayamos podido llegar a Gaza, hemos conseguido visibilizar y presionar internacionalmente a los gobiernos. El modelo de la derecha de Baleares, se parece en parte al de Egipto, basado en la policía, el turismo y el caos urbanístico. No queremos eso para nuestra tierra, que es solidaria y de la que hemos sentido el apoyo desde lejos. Es algo que quiero agradecer públicamente.
S'hipocresia esquerrana no te limits. Aquesta nini s'en va a s'altra punta des Mediterrani a defensar als propietaris (palestins) dels okupas (israelians). Encanvi, aqui defensa i propugna que els nousvinguts okupin ses cases des mallorquins. Si qualcu ho enten, que m'ho expliqui.