Claudio Xamena, residente en Argentina, entraba con lágrimas en los ojos en el Ajuntament de Porreres. Lo hacía tras haber paseado por el pueblo de sus antepasados por primera vez y tocar con sus propias manos las paredes de la casa en la que nació su bisabuelo mallorquín, Miguel Claudio Xamena Garí. Un aventurero de la época que salió de la isla, recién estrenada su mayoría de edad, para labrarse un futuro mejor. Aquello ocurrió en 1880; estos días, en 2025 y tras más de cinco años de investigación, un desenlace inesperado para Claudio, estaba a punto de llegar.
A pocos metros de él, Margarita Llabrès Xamena, de 83 años de edad, camina por el mismo municipio con ayuda de su hijo, su nuera y su bastón. Se ha arreglado para la ocasión. De forma increíble, leyó el reportaje de Ultima Hora mientras navegaba en Instagram y sintió una corazonada. Un argentino llamado Xamena viajaba a Mallorca para buscar sus raíces. Aquella historia tenía muchas cosas en común con la suya propia.
Los pasos de Margarita parecen inseguros pero avanzan con firmeza. Está nerviosa pero está a punto de cumplir uno de los sueños de su madre, saber qué le ocurrió a su padre, Sebastià Xamena Mas, en 1862; el abuelo de la propia Margarita que también decidió emigrar a Argentina y del que nunca más se supo. Las coincidencias con la investigación de Claudio desde Buenos Aires fueron tan abrumadoras que no hubo otra que confirmar la verdad.
Aunque él creía que no tenía antepasados mallorquines con vida, se equivocaba. Sí existían parientes vivos. No en Porreres, pero sí en Can Pastilla, donde reside actualmente Margarita. Una vez contrastados los datos y tras entrevistar a la interesada y afectuosa señora, los lazos salieron a la luz: El bisabuelo mallorquín del argentino Xamena partió con su primo, uno de los tíos de Margarita, a Buenos Aires. Eran familia.
La cita es en el pueblo que les une. Claudio viajó a Mallorca junto a su mujer, Mónica, el pasado 21 de abril y a través del diario, pudo establecer contacto con Margarita. «Somos familia, lejana, pero familia», dice Claudio emocionado mientras se funde en un cálido abrazo con su pariente. A Margarita se le llenan los ojos de lágrimas. Ninguno de los presentes se explica cómo algo tan inverosímil ha podido hacerse realidad. Pero así ha sido.
La familia aprovechó el encuentro para intercambiarse documentos y fotografías antiguas, además de comentar y cruzar los datos principales de sus parientes, reconstruyendo un complicado puzzle en una conversación que jamás pensaron que se produciría. Durante la jornada de reencuentro, Claudio y su mujer fueron recibidos por Xisca Mora, quien regaló una bandera del municipio al argentino y le ayudó a localizar más datos sobre su historia.
Sentados alrededor de la mesa, Margarita sonríe relajada. «Estoy muy contenta y muy bien, me ha hecho mucha ilusión», dice. Claudio tampoco cabe en sí de gozo. «Llevaba muchos años con esta búsqueda, es un momento muy emocionante y movilizador. Pensaba no tener familia aquí, esto es muy especial», expresa mientras las lágrimas de emoción vuelven. «Ver la casa de mis bisabuelos, tatarabuelos y hasta trastarabuelos; esto era inimaginable. En Argentina no quedan construcciones que tengan más de 200 años. Me hace pensar en nuestros antepasados, en lo aventureros que fueron, cruzando océanos, llegando a tierras desconocidas. Es todo muy aleccionador», finaliza.
Días después y poco antes de la vuelta de los argentinos a su tierra, los familiares volvieron a verse en casa de Margarita para degustar sus 'panades'; hechas con todo el amor y una pizca de genética, ya que tanto el bisabuelo y tatarabuelo de Claudio como el abuelo de Margarita, fueron populares reposteros en Porreres. Historias del pasado que vuelven al presente. Seguro que no será el último dulce que compartan.
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