El drama de la vivienda está llevando a observar imágenes inimaginables tiempo atrás. Personas sintecho siempre ha habido, pero las cifras de los últimos años, calculándose por ejemplo en el caso de Palma cerca de una veintena de asentamientos, jamás se habían visto. La escasa oferta asequible para el bolsillo de los ciudadanos, los elevados precios del alquiler y la vivienda nueva y el cada vez menor poder adquisitivo de muchos trabajadores, por lo hablar de la tasa de paro y las condiciones de precariedad que muchas personas sufren en materia laboral agravan una brecha que ha llevado a muchos a verse abocados a situaciones inesperadas.
Los que no tienen acceso a un techo, han podido en algunos casos subirse a una autocaravana, pero en los casos más extremos la calle ha sido la única salida. Algunos poblados chabolistas han crecido en la periferia, en zonas próximas al polígono de Son Castelló, el Nou Llevant, Rafal Nou -en las proximidades del polideportivo Germans Escalas- y Son Gotleu o Son Malferit. Asentamientos en edificios abandonados, atravesando la línea que lo separa de la okupación se han visto en puntos como la antigua cárcel de Palma o la barriada de Camp d'en Serralta o La Soledad, entre otros lados.
Pero los sintecho han logrado sorprender a propios y extraños por su habilidad -acuciada por la necesidad- para asentarse en lugares insospechados. Uno de los más llamativos ha sido el aeropuerto de Palma, pasando de la zona de tránsito entre el aparcamiento y la terminal a este último espacio, dejándose ver por diferentes espacios de las zonas de salidas y llegadas, de manera discreta, aunque por las noches buscan acomodo cerca de tomas de electricidad y los baños.
Las oficinas bancarias siguen siendo un refugio recurrente para estas personas que no tienen ni tan siquiera acceso a uno de los refugios o albergues de los que disponen los servicios sociales. El auge de la problemática ha llevado a entidades como Metges del Món a tomar cartas en el asunto y pedir a las autoridades e instituciones que tomen medidas al respecto ante el auge de estas situaciones, que se expanden por el centro y varios barrios de Palma, e incluso llegan con fogonazos a la Part Forana, principalmente a los grandes núcleos de población y zonas turísticas.
Nuevas 'viviendas'
Más allá del aeropuerto, los asentamientos han alcanzado escenarios imprevisibles como pueden ser los bajos de dos edificios de la zona de Avenidas, uno de ellos ante un conocido centro comercial y el otro próximo a una entidad bancaria de referencia; pero más allá, otros habitáculos como los instalados en primera línea de playa, frente al mar en Can Pastilla han llamado la atención. Incluso en el Paseo Mallorca, a la vista de conductores, peatones y vecinos, se ha visto a personas sin hogar.
Esa carencia de vivienda ha alimentado otro fenómeno que en lo que llevamos de 2025 ha presenciado nuevos episodios que abren, en uno de esos casos, otro frente. La okupación está al orden del día, pero el fenómeno de Cala Bona, con la entrada en un apartahotel de un grupo de personas cuyo origen y motivaciones están bajo la lupa de la investigación oficial, ha puesto en alerta al sector hotelero; sin dejar de lado otras situaciones como la de Cala d'Or, arrastrada desde la pandemia y con la okupación de varios apartamentos en un bloque en estado de abandono y cuyo propietario legal intenta recuperar.
A la espera del inicio de la temporada turística, que agravará todavía más la carestía de vivienda, la imagen de los sintecho forma parte ya del paisaje de Palma y otros muchos rincones de Mallorca, reflejando una problemática social que, lejos de embocar una vía de solución, gana terreno y peso.