Los restauradores de Baleares no encuentran trabajadores para la próxima Semana Santa, que dará paso al inicio de la temporada turística, y tienen problemas para cerrar sus plantillas. «Los españoles no quieren ser camareros», lamenta el presidente de la Federación Empresarial de Restauración de Baleares, Alfonso Robledo.
En este sentido, explica que inicialmente «los mallorquines no querían ser camareros, pero los suplíamos con los peninsulares, especialmente andaluces. Sin embargo, desde hace unos años estos tampoco quieren venir a trabajar a las Islas». Robledo precisa que «ahora estamos logrando complentar nuestras plantillas gracias a los argentinos y colombianos, principalmente».
Uno de los motivos por el que las Islas han dejado de ser atractivas para trabajar en restauración es el elevado precio de la vivienda, ya que el alquiler se lleva gran parte del sueldo, aunque sean pisos compartidos. Robledo lamenta que a esta problemática hay que añadir que tras la pandemia de la COVID-19 se ha producido un cambio en la mentalidad de los empleados: «ahora prefieren vivir a trabajar», expone. Las contrataciones son especialmente complejas cuando se ofrece jornada partida, «imprescindible para el funcionamiento de muchos bares y restaurantes». Cabe recordar, que el pasado verano ya hubo muchos locales que sólo pudieron abrir en uno de los dos turnos debido a la falta de personal.
El representantes de los restauradores baleares también lamenta que, pese a que sigue habiendo personas en el paro, los empresarios de la gran mayoría de sectores tenga tantos problemas para encontrar trabajadores. A su modo de ver, debería haber menos burocracia, ya que hay personas que no quieren aceptar contratos temporales por miedo a perder las prestaciones.
Fórmulas para poder abrir
El presidente de la Federación Empresarial de Restauración de Baleares señala que ante esta situación no les está quedando más remedio que buscar alternativas. Una de ellas es que cada vez hay más negocios de restauración de las Islas que están implanando el autoservicio. Por ejemplo, hay bares y cafeterías en los que hay que ir a pagar en la caja, incluso, en algunos el cliente recoge su propio pedido.
Robledo apunta que las app se han convertiro en una esperanza para los restauradores del Archipiélago balear. «Ya hay algunos establecimientos que que tienen un código QR en la mesa y desde allí se pueden ordenar los pedidos, e incluso, realizar el pago.
mallorquí de santa margalidaNo trabajar porque se vive de las ayudas.