Maribel Llompart ha trabajado 33 años en la banca y cuando a los 54 se prejubiló tenía claro que quería dedicar parte de su tiempo a los demás. A través de Voluntariado CaixaBank encontró la Fundación Aldaba, con la que empezó a colaborar como voluntaria en el centro de acogida Llar des Raiguer. «Empecé hace tres años dando clases de lectura e inglés y a la larga pasó a ser ‘refuerzo con Bel’», dice entre risas. Ahora da lecciones de catalán, inglés, castellano y lectura.
«El gen del altruismo se tiene o no se tiene. Siempre me había interesado hacer un voluntariado pero no tenía tiempo. Ahora que lo tengo ni lo dudé. Le echaría más horas pero tengo un hijo que aún estudia y quiero estar en casa», explica. En el centro trabaja con más de una veintena de niños que «tienen una mochila cargadita, pero son muy agradecidos». «Algunos tienen alguna discapacidad intelectual, otros están aquí porque a sus padres le han quitado la custodia y otros han padecido violencia doméstica», apunta. «En general están super contentos y agradecidos porque ven que vas a ayudarles y les das cariño y ellos te lo devuelven».
«Me da mucha satisfacción cuando me dicen que han mejorado o que han aprobado inglés. Siempre le digo a mi hijo que tiene que dar las gracias por la suerte que tiene. Me hace muy feliz poder echarles una mano, les dedicaría más tiempo si pudiera», sentencia. En cuanto a las claves para ayudarlos, Maribel asegura que «el truco es la cercanía, que se sientan escuchados, que las clases sean amenas y que sientan que pueden confiar en mí» y reconoce que «muchas veces me toca hacer de psicóloga y dejar la tarea para otro día».
La mayoría de los alumnos de Maribel tienen entre 11 y 17 años. Todos hacen las clases de manera voluntaria y en general los resultados son muy positivos: «Hay pocos que lleguen al Bachillerato, pero el año pasado tuve el caso de una chica admirable que ya está en la carrera. Muchos suelen ir hacia el FP, pero el refuerzo les ayuda muchísimo» acaba.