Michele Caporale, de Pescara (Italia), llegó a Mallorca en 1998. Durante un año estuvo al frente de un chiringuito en Alcúdia. Al siguiente se vino a Palma, abriendo en la calle Fábrica el restaurante Vía Apia, y un año después, en la misma calle, abrió otro, La Bottega de Michele, al frente del cual sigue. «Eran tiempos -nos dice- en que en esta calle apenas había nada. Soy, por tanto, uno de los pioneros de lo que es hoy, una calle con bares y restaurantes, que cumple con los horarios, que atiende a buena gente, y que no crea problemas, entre otras cosas porque en ella no hay borrachos y personas que anden creando líos».
-Por lo que vemos, el público, o mejor, la clientela de la calle Fábrica suele ser mallorquina, extranjeros residentes y extranjeros de vacaciones …
-Buen gente, personas educadas que nos conocen desde hace años, que vienen a almorzar o a cenar y que luego se van sin crear ningún problema. Y creo que hablo en nombre de todos. De vez en cuando pasa la policía por aquí, pero tal como viene, se va. Y es que no pasa nada. Luego, a las doce de la noche, todo el mundo cierra, con lo cual la calle se queda vacía, en silencio. Bueno, a veces, una vez que hemos cerrado, se vienen por aquí borrachos, se sientan delante del banco de piedra que tengo en frente del restaurante, y hacen botellón, y como algunos van pasados, se orinan y vomitan. Ese es el único problema, que se resolvería si quitaran ese banco de ahí. Yo lo he pedido varias veces, pero ahí sigue.
-¿Qué tipo de extranjeros no residentes son los clientes de calle Fábrica?
-Pues ya le digo, extranjeros de nivel, que nos envían los hoteles de cuatro y cinco estrellas del Paseo Marítimo, Paseo de Mallorca y alrededores. Incluso nos viene de Son Vida y Arabella. Ya le digo, de mucho nivel, que lo único que pretenden es cenar bien y pasar una velada agradable.
-Tenemos entendido que los vecinos se quejan, no del ruido, sino de las sombrillas que tiene ustedes en sus terrazas, a lo que califican poco menos que de una selva.
-Sí, lo sabemos. Pero sombrillas las hay en todas las terrazas, y nosotros pagamos por tenerlas. Yo, por mi terraza, pago 8000 euros, lo cual me da derecho a tener mesas, sillas y sombrillas . Y como yo, pagan las terrazas los demás.
-Lo cierto es que Cort les ha mandado una carta, un decreto, a través del cual se les informa que deben de quitar al cierre del establecimiento, además de las mesas y sillas de la terraza, las sombrillas… Es así, ¿no?
-Hace unos años, nos mandaron poner toldos, luego nos los hicieron cambiar por las sombrillas, y ahora nos dicen que las quitemos por las noches. Y es que los políticos desconocen la realidad, nuestra realidad. Si vinieran a hablar con nosotros, igual no ordenarían lo que nos ordenan, meter los toldos en el interior del restaurante, cuando miden más de dos metros y pesan alrededor de 70 kilos, y yo tengo cuatro, lo que supone que una vez que hemos retirado mesas y sillas debemos retirar los toldos, con lo que pesan y ocupan, lo cual es un problema pues a no todos les caben dentro, y tampoco es justo que después de una dura jornada, los camareros tengan que meterlos, que a veces son camareras. Ya digo, si el que escribe ese decreto, no tiene ningún restaurante, ni conoce a alguien que lo tenga… ¿Qué les obliga a ello las quejas de los vecinos? Bien, yo a esos vecinos que se quejan, con todos los respetos les diría que muchas de las personas que se han ganado la jubilación con la correspondiente paga, han trabajado en restauración, en lugares como los de esta calle. Y también les diría, sobre todo a los más mayores, que recuerden cómo eran estas calles antes de que los restauradores abriéramos negocios en ellas. E, igualmente, al Ajuntament, que mire los beneficios que le damos los restauradores de esta calle y los pocos problemas de orden público que creamos. ¿Qué dicen que por la noche, cuando cerramos, quedan las sombrillas plegadas en la calle y que eso causa mal impresión? Mire, cuando cerramos, y a lo largo de la noche, por aquí no pasa nadie, por tanto, ¿qué mala impresión causamos? Por eso digo, que si el responsable de terrazas de Cort hablara con nosotros, viniera por aquí, vería que no es tanto el problema. Que el problema, en todo caso, está en ese banco de piedra, banco del botellón, banco con orines y vómitos, que tengo delante de mi negocio, y que por el momento no tengo más remedio que aguantarme.
-¿Quiere usted decir que Cort cambia de normativa respecto a ustedes y ustedes son los últimos en enterarse?
-Pues sí, todo por no venir por aquí y ver que el problema no es tan problema como el que le han contado. Que venga y hablen con nosotros, o que nos digan que vayamos a hablar con ellos, que lo haremos con mucho gusto. O que se pasen por la noche y vean si las sobrillas, en la calle, plegadas, causan mal efecto. Pero que no vivamos a golpe de decretazo. Hoy sombrillas, mañana toldos, pasado retirar las sombrillas, y así, no es vivir. Y lo digo con todos los respetos. Pero es que lo dirigentes tendrían que tener más consideración con los empresarios
-¿A qué hora cierra usted?
-A las 22.30 paro la cocina y a las 24.00 horas cierro el restaurante. Es más, en los años que estoy aquí, jamás me han puesto una multa por nada.
-Y ya que estamos hablando de quejas y de turismo, dado que la restauración tiene mucho que ver con él, ¿qué opina usted de eso que se dice, y creo que con razón, que hay demasiado turistas?
-Bueno, sí, se habla de eso, y da esa sensación. Pero ese debe de ser un problema que debe de resolver los que gobiernan, por supuesto, sin olvidar que vivimos del turismo. Han de calcular la gente que cabe en Mallorca lejos de lo que sea masificación y no permitir que entren más. Pero han de ser los técnicos. Y lo mismo digo de los pisos-alquiler. Se habla, se comenta, pero no se le pone solución, y así vendrá otro año, y estaremos en las mismas, quejándonos de algo que puede solucionarse, y … Pues que si no saben, que busquen a gente con experiencia que sepa. Porque cuando un político desconoce una cuestión debe de buscar a alguien que le asesore.
-Y para terminar, volviendo al asunto retirada de sombrillas por la noche cuando cierren el negocio, supongamos que dentro de unos días, al levantar la puerta metálica del mismo se encuentran una multa por no haber retirado las sombrillas, ¿qué harán?
-No sé. Pero supongo que no harán eso. Supongo que nos dejarán que hablemos nosotros, que demos nuestra opinión, pues, como le digo, la vida no funciona a base de decretazos.