La planta hotelera de Mallorca ha invertido 3.000 millones de euros en los últimos diez años para modernizarse, lo que se ha traducido en un salto de calidad de la oferta alojativa: las plazas de cuatro y cinco estrellas han pasado del 33 % al 70 %. Es decir, que se han duplicado en una década.
Así lo ha asegurado la presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), María Frontera, en el marco de la Jornada ITH Hotel Energy Meetings 2024. Allí ha reivindicado el «importante esfuerzo» de reconversión que ha realizado la planta hotelera, especialmente en materia de eficiencia energética, introducción de energías renovables y ahorro en consumo de aguas.
Este aumento del nivel de la calidad media se ha producido, destacó Frontera, sin llevar aparejado un aumento significativo de las plazas hoteleras, en contraste con el crecimiento experimentado por el alquiler turístico durante el mismo periodo. Este hecho «demuestra el enfoque del sector en elevar el producto», reivindicó la presidenta de la patronal hotelera.
Durante la jornada se especificó que los consumos de gas, agua y electricidad pueden representar entre un 15 % y un 20 % del total de los costes operativos del sector hotelero, el cual pretende aprovechar encuentros como el de ayer para explorar nuevas soluciones tecnológicas para este tipo de cuestiones.
Por su parte, el director general de Economía Circular, Diego Viu, resaltó que «el efecto tractor y de liderazgo que ha desarrollado la industria hotelera balear, en un tema de enorme actualidad y eficiencia energética, porque siempre ha querido exigirse más». Además, Viu recordó que empresas privadas como las hoteleras podrán beneficiarse de una novedad legislativa que les permitirá instalar puntos de recarga de vehículos eléctricos a través de convenios con el Instituto Balear de Energía (IBE), lo cual «facilitará a los turistas disfrutar de la movilidad sostenible durante su estancia».
Frontera se refirió, por otro lado, a los «hándicaps» que enfrenta el sector a la hora de intentar aprovechar las ayudas europeas, entre otras, unos plazos excesivamente cortos «para proyectos de cierta envergadura» para las cuales «no siempre contamos con desarrolladores técnicos para que las materialicen»