Abogado de la Plataforma d’Afectats per la Hipoteca de Mallorca (PAH), está asistiendo desde su barricada legal a una situación que considera que es aún más grave que la crisis de los desahucios derivada del crack ladrillero de 2008. Este mismo lunes, la PAH sale a la calle en una concentración por los precios de la vivienda, mientras Víctor Cornell asiste en su despacho a los afectados por un mercado inmobiliario feroz.
¿Cómo calificaría ahora la situación de la vivienda en la Isla?
—Hemos llegado a niveles inasumibles. En 2012 empezó a andar la PAH y atendíamos a afectados por el impago de hipotecas, había una crisis y la gente había perdido su trabajo. No había una cultura de reclamar a los bancos. Se abrió la brecha y en los primeros cinco o seis años de la crisis, trabajábamos para que la gente no perdiera su vivienda, mirando las cláusulas de la hipoteca (¿??). Nacieron muchas leyes para derribarlas. Ahora, en esta segunda década de crisis de vivienda, la burbuja está en los alquileres. Se perfió una oportunidad para que el parque inmobiliario de los bancos pasara a ser viviendas sociales. La SAREB tenía mucho suelo industrial y urbanizable. La PAH pedía asumir este capital inmobiliario para hacer un parque asequible de alquiler. Llevamos veinte años con 2.000 pisos de VPO de alquiler. No se hizo y hoy estamos en la segunda burbuja inmobiliaria, esta vez de alquileres. Y esta crisis ya la vimos venir.
Muchos niegan la burbuja.
—Ha habido una especulación absoluta animada por el propio Banco de España, que animaba a invertir en vivienda y en alquiler. Cuando se va a aprobar la Ley de Vivienda, el presidente Pedro sánchez acude a nueva York para entrevistarse con los fondos buitre de Blackstone y Blackrock para tranquilizarles. La ley es buena pero no se ha aplicado el tope de los alquileres. En Catraluña y en Euskadi ha ido bien pero como es de competencias autonómicas, no se llega a aplicar.
Habla de fondos buitre pero, ¿aquí en la Isla no se vive del rentismo?
—Hay gente que tiene una o dos casas heredadas que alquilan. Que haya un mercado de alquiler no es incompatible con una regulación porque tenemos precios hiperinflados. Lo que no se puede hacer es no hacer nada. La Constitución dice que no se puede especular con la vivienda. Se puede hacer negocio, pero debe haber una regulación, al igual que en otros sectores.
¿Es peor que la otra crisis?
—En los años 2012 o 2013 los precios también estaban hiperinflados pero no es la locura de ahora. Hay una gran demanda de trabajadores, que se une una gran emigración y saturación turística en un territorio pequeño. Es la tormenta perfecta. Por eso recomendamos a la gente unirse y reclamar sus derechos. Cuando la gente toma conciencia de que esto le puede pasar a cualquiera, debe haber una lucha colectiva, que siempre va por delante de los políticos.
En Madrid y Valencia ha habido manifestaciones estos días, incluso hay una acampada que recuerda al 15-M.
—Es verdad que aquí fuimos los primeros en protestar por el exceso del turismo pero con un claro mensaje sobre la vivienda. A veces se echa a la culpa porque no se mueve cuando los gestores son los políticos.
El mercado inmobiliario atrae a muchos pequeños inversores
—Tal y como está ahora, es verdad que invirtiendo en vivienda porque las ganancias son espectaculares. Pero esas ganancias nacen de familias empobrecidas. El Govern no quiere aplicar medidas y no quiso frenar los precios, así que la gente se está quedando en la calle.
¿Qué perfil tiene el afectado se acerca ahora a la PAH?
—Es que ni siquiera sufren la subida del alquiler, basta con un fin de contrato. El propietario prefiere que venga otra persona, se está llevando a cabo una limpieza demográfica. No hay renovaciones de contrato de alquiler y si lo hacen, pasan de 500 a 1.500 euros mientras el dueño dice ‘me sabe mal, pero es el mercado’. Porque al final prefieren extranjeros que tienen niveles económicos más altos y solo vienen uno o dos meses en verano. Además, no tienen hijos y creen que no se desgastará el piso.
De hecho, en los anuncios ya dicen que no quieren niños, como si se comieran las paredes.
¿Toda la culpa es del alquiler vacacional?
—Durante muchos años, la gente alquilaba habitaciones. No estamos en contra al 100 por cien pero sí que hay que regularizarlo. Pero de esa necesidad se ha creado ahora un problema. El mercado está desregularizado. Antes se daban licencias sin pensar en el número, es un sinsentido que el 40 por ciento de la viviendas de Pollença sean vacacionales. O en Santanyí.
Estos precios dejan cautivos a muchos en su propia casa
—Es que les impide moverse. Mucha gente se separa y siguen juntos con los hijos. El perfil de los afectados de la PAH es aquel que se le acabó el contrato de alquiler no sabe dónde ir, subidas de alquiler inasumibles a un mínimo de 1.400 euros o gente que no puede pagar el alquiler porque son fijos-discontinuos. Nosotros los derivamos al Ajuntament de Palma pero no están dando alternativa habitacional y bloquean los juzgados con nuevas fechas de señalamiento. Además, más de 4.000 personas esperan un alquiler del Ibavi. Si hicieran campañas para apuntarse, serían 20 o 30.000 familias.
¿Hay clase media en la Isla?
—Hay promociones inmobiliarias hoy en día que son para niveles económicos muy altos. Trabajadores que ganan 2.000 o 3.000 euros no pueden pagar viviendas de 400.000.
¿Por qué ahora una protesta?
—Hay un cambio de ciclo social porque la vivienda es un problema grave y necesitamos soluciones a largo plazo. Luchamos por nuestros hijos nuestros nietos. La gente en Mallorca es muy callada pero cuando se enfada, lo demuestra.
¿Somos demasiado pobres para Mallorca?
—Los datos que nos llegan de los colegios es que los niños tienen dificultades para llevar material escolar o comida. Hay burbujas, nichos de pobreza muy altos. Para pagar la hipoteca hubo gente que dejaba de comer. Ahora estamos en ese nivel, la gente baja el nivel nutricional de su dieta para pagar el alquiler. Pero esto no es una lucha contra el propietario, sino contra el sistema económico que permite especular con la vivienda. El pequeño propietario usa las normas que le dice el gobierno puede utilizar. El Govern tiene una ley estatal que no quiere utilizar en uno de los territorios con el problema más grave de toda España. Desde la PAH pedimos al Govern que cumpla la normativa estatal y Balears sea considerada de especial vulnerabilidad.
¿Y estas medidas que propone ahora el Govern para incentivar el alquiler de viviendas vacías?
—Son medidas de cara a la galería y saben que no van a solucionar nada. Es verdad que hay muchas casas vacías que no se ponen en alquiler. Hay muchas que son solo para el veraneo. No se usa para necesidades habitacionales, se está especulando con ellas. Se están aplicando recetas para un momento puntual y a corto plazo Pero a largo plazo, el propietario ve que de 1.000 euros, le pagan 300. En vivienda hay un especulación absoluta, hace seis años un piso valía 180.000 euros y ahora no los hay por menos de 400.000. Estamos en manos de especuladores y la PAH ya lo avisó. Hace calculamos que hay un fondo buitre que solo en Son Gotleu tiene más de 320 pisos.
¿Qué ocurre con la okupación?
—El 95 por ciento ocurre en pisos vacíos de bancos. No existe esa okupación que entra en tu casa si te vas un fin de semana, porque según el Código Penal es allanamiento de morada. Ese no es el problema, es la consecuencia de la inoperancia de los gobernantes.
Hay una gran inversión extranjera en viviendas.
—Es su negocio. Hay extranjeros ricos que compran possessions, casas o pisos para invertir y después ganar dinero con el turismo vacacional. Muchas de estas operaciones no se hacen aquí, sino en origen y así es muy difícil controlarlo. La PAH hizo un estudio y en Airbnb de otros países aparecen ofertas de viviendas vacacionales sin licencia que no aparecen en la web de Airbnb en España. Y luego ellos no tributan aquí, lo hacen en su país. No hay un edifico en Palma que no se alquile vacacionalmente, se ve en todos los barrios. Hemos creado un monstruo, hay que poner topes. La desestacionalización ha conseguido que haya turismo todo el año. No es que se reparta, es que hay más turistas.