La proliferación de asentamientos de chabolas y tiendas de campaña por diferentes rincones de Palma sigue mostrando imágenes que reflejan la compleja situación personal que lleva a muchas personas a tener que instalarse en esos lugares y, rodeados en muchas ocasiones, de unas condiciones de insalubridad evidentes. A estas se unen en ocasiones otras de inseguridad, como la que genera la presencia de torrentes en las proximidades de estos escenarios.
Es el caso de uno de grandes dimensiones que ha aparecido, agazapado, entre los polígonos de Son Castelló y Son Rossinyol, en Palma. Y lo ha hecho al pie del Torrent de Na Bàrbara, que desemboca en la zona del Portixol, pero hace su entrada en la capital mallorquina en ese punto próximo a las instalaciones de la ITV, en el Gremi de Corredors, un lugar de plena actividad de lunes a viernes, pero que durante el fin de semana apenas es transitado.
Infraviviendas protegidas con candados, auténticos 'collages' aprovechando muebles de diversa procedencia, gallinas, pollitos, sofás, garrafas de agua, bicicletas, muebles, electródomésticos, chatarra... El paisaje es desolador y a todo ello se suman ingentes cantidades de basura y desechos que se acumulan, en la vera del torrente e incluso en la acera, ante la atónita mirada de los habituales del polígono de Son Rossinyol, que conviven en uno de sus extremos con esas imágenes que hablan de la otra Palma que es esconde en la periferia.
Pese a que el asentamiento de ubica lejos de la acera pública, saltan a la vista esas construcciones elaboradas con tablas, restos de otras viviendas y todo lo que sirva para levantar unas chabolas cuyos inquilinos han acumulado reservas de agua potable en las fuentes próximas. Eso sí, el peligro de un torrente continúa latente, pese a no tener un cauce muy profundo a su paso por esa zona del norte de Palma.