«El alquiler de habitaciones evidencia una situación dramática: muchas personas lo hacen porque no les queda otra opción». Así de claro lo pone de manifiesto Pau A. Monserrat, miembro del CES, profesor de la UIB y economista de Futur Finances. En ese punto, precisa que «no es que sea malo, no es que sea una mala opción; el problema surge cuando se hace porque no queda más remedio y no se pueden hacer nada más que esto si se necesita tener un hogar».
Monserrat reconoce que él mismo ha compartido piso cuando era estudiante y argumenta que «el alquiler de habitaciones tiene mucho sentido cuando uno se está independizando o cuando va a trabajar a otras comunidades autónomas de policía o maestro, por ejemplo, ya que es una forma de diversificar los gastos. Además, tiene sus ventajas, tales como conocer a otras personas en un ambiente familiar».
Sin embargo, subraya que ahora en Baleares el problema es que las habitaciones se arriendan, no porque sea la primera opción, sino porque resulta imposible alquilar. En este punto, expone que hay dos causas: una es el elevado precio de las rentas y la otra que hay determinados perfiles a los que no se les quiere arrendar un inmueble. Las propias inmobiliarias reconocen que los inquilinos se someten a auténticos castings por parte de muchos propietarios. Según un estudio que ha difundido este jueves el portal inmobiliario Idealista, un total de 91 personas compiten por cada habitación que se alquila en Palma.
El prestigioso economista considera que «es lamentable» que haya ciudadanos que se vean obligados a compartir habitaciones, no porque lo hayan decidido voluntariamente, sino porque no tienen más remedio. «Que se arrienden habitaciones no es malo, es un mercado interesante para gente que realmente lo quiere, el problema se da cuando se trata de un alquiler forzado. Y en estos momentos en Baleares hay mucha gente que arrienda habitaciones porque no puede acceder a pisos enteros; eso es lamentable, triste y no es la idea del alquiler por habitaciones».
Los problemas para acceder a la vivienda se están cebando con personas que hasta hace unos años eran consideradas de clase media. Así, muchos licenciados, incluso funcionarios, tienen enormes dificultades para poder pagar un piso, ya que por debajo de 1.000 euros es muy difícil. Arrendar un inmueble en solitario se está convirtiendo en una misión casi imposible; con pareja hay más posibilidades, pero cada vez son más las que alquilan una habitación para poder hacer frente a los gastos.
Diversificar riesgos
Monserrat lamenta que «la mala regulación del alquiler, que tiende a culpabilizar a los propietarios, lo que genera es inseguridad jurídica. Esto esta motivando que muchos prefieran arrendar a tres o cuatro personas porque saben que están diversificando sus riesgos y si alguna no paga es más fácil sacarla; al tiempo que se sigue comprando una parte de la renta». En este punto, resalta que es mucho más complicado poder «sacar de un inmueble a una familia, que puede acogerse a la vulnerabilidad, entre otras cuestiones». Además, resalta que el alquiler turístico hace que haya menos oferta en el mercado, por lo que los precios se disparan.