Mallorca ha despedido este pasado lunes a la tercera ola de calor del verano, la más larga de todas. El portavoz adjunto de la delegación territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Baleares, Bernat Amengual, ha precisado que el episodio de altas temperaturas se ha desarrollado entre el 7 y el 12 de agosto; la temperatura más alta se registró el 9 de agosto, cuando se llegó a los 40º.
Esta sucesión de días de temperaturas extremas, con noches tropicales y tórridas, tienen efectos perjudiciales para la salud. El especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March, ha confirmado que tiene «un impacto importante, sobre todo en el indicador de la mortalidad». De hecho, durante la tercera ola de calor del verano han fallecido tres personas en la Isla a consecuencia del calor.
En relación a este asunto, March ha concretado que «solamente el 2 % de muertes atribuibles al calor se deben a un golpe de calor. El 98 % de los óbitos por calor se producen en personas vulnerables por agravamiento de otras enfermedades: problemas respiratorios, cardiovasculares… El calor extremo es capaz de alterar nuestras condiciones físicas y mentales, haciendo crecer el riesgo de mortalidad, sobre todo en personas con patologías previas».
El especialista en Salud Público ha señalado que «el calor también causa otro tipo de trastornos en el organismo, que son más comunes, pero menos llamativos. Algunos de los más habituales son calambres, deshidratación, fatiga, irritabilidad, náuseas o vómitos como síntomas del agotamiento por calor». Estos son «una respuesta fisiológica insuficiente del sistema termorregulador y una pérdida de agua y electrolitos, que también pueden desembocar en el agravamiento de enfermedades crónicas».
El calor también influye en la toma de medicamentos, tales como diuréticos, neurolépticos, anticolinérgicos y tranquilizantes. «Esto se debe a una alteración de la conciencia y de la percepción de la realidad, por desajustes en la dilatación y vasoconstricción arterial y venosa». Además, durante las olas de calor el riesgo de suicidio aumenta un 18 %; y crecen las visitas e ingresos hospitalarios en psiquiatría.
La humedad agrava la situación
March ha insistido en que «el calor es uno de los factores ambientales que tiene mayor impacto sobre nuestra salud» y resalta que «la combinación de altas temperaturas y elevada humedad relativa que se da en la costa es letal». En este sentido, ha argumentado que «cuando hay mucha humedad en el ambiente, el calor se hace agobiante y hasta parece que cuesta respirar. Sabemos que el cuerpo tiene un termostato especialmente preparado para mantenerlo en el rango de temperatura óptimo, en torno a los 36,7 º. La humedad que hay en el aire, en los días más calurosos del verano, choca con la función de climatización natural de nuestro cuerpo».
En este punto, ha explicado que «la típica frase de 'no hace calor, es la humedad' no es un mito, es una realidad y tiene sus bases científicas. Para empezar, tenemos que saber que el sudor es el método que tiene nuestro cuerpo para enfriarnos, pues al sudar se transporta al exterior el calor del interior del organismo. Y aquí es cuando entra en juego la humedad». March, ha añadido que «cuando las temperaturas son altas y la humedad baja, el sudor se evapora en el aire seco. Pero, si la humedad que ya se encuentra en el aire es bastante alta, la función de evaporización del sudor se ralentiza, al encontrarse saturado el aire. Por ello, el sudor, en lugar de desaparecer, se va quedando en nuestra ropa, haciéndonos sentir pegajosos. Una forma de combatir esa humedad, que nos genera bochorno, es tener en cuenta la humedad relativa y el índice de calor».