Gloria, nombre ficticio para proteger su intimidad, tiene 23 años y desde hace al menos una década sufre diversas alteraciones ligadas a la salud mental: episodios de ansiedad, baja tolerancia a la frustración, falta de habilidades sociales, trastorno de la personalidad, intenciones autolíticas y toma medicación antidepresiva. Todo ello, mezclado con una delicada historia familiar, personal y cierto consumo de sustancias estupefacientes. Con todo a la vez, Gloria batalla su día a día con diversos episodios en los que «se le desbordan las emociones», tal y como explica su madre, Alicia. El pasado martes, ambas fueron testigo de una situación que dejó a la joven «totalmente destruida anímicamente», al quedarse sola en una parada de Cala Millor con un importante episodio de ansiedad y en plena ola de calor. No pudo subir al autobús que la llevaría al Hospital de Manacor porque, según denuncia su madre, «el conductor no la dejó entrar al pensar que iba vestida con un bañador. No lo entiendo, como si fuera desnuda, ella necesitaba llegar al hospital», cuenta.
Los hechos, ya denunciados ante el Consorci de Transports de Mallorca (CTM) y Policía Nacional, tuvieron lugar el pasado martes a las 15:35 horas de la tarde, en un momento de extremo calor y altas temperaturas que agravaron la situación con la que se encontró Gloria. «Ella estaba al teléfono conmigo y por eso escuché todo lo que pasó. Había discutido con su jefe, me contó que estaba muy estresada y que le costaba respirar. Estaba en la parada de Mare Selva a la espera de coger el autobús de la línea 401, en un descampado, en mitad de la nada, sin marquesina. Al acceder al bus, el chófer le dijo que su ropa no era apropiada y que no podía subir», explica Alicia aún angustiada.
Su hija no colgó el teléfono y eso permitió a la madre escuchar las palabras, tanto de su hija como del conductor. Según su relato, la joven le explicó al chófer que su parte de arriba era un 'top' y «que no iba a la playa, que iba al hospital porque estaba sufriendo una crisis de ansiedad y se sentía mareada por el calor». Alicia explica que el conductor fue educado en todo momento pero «insistió en que eran normas de la empresa y le dijo que no podía subir y que cogiera un taxi», describe enfadada, «escuché a mi hija suplicar que la dejara subir, que no se encontraba bien, oí como se cerraba la puerta y a mi hija sola gritando desesperada».
La afectada, aún al teléfono con su madre, trató de calmarse tras sufrir un fuerte ataque y decidió caminar hacia una zona con comercios, donde se compró una camiseta, una bebida azucarada y una botella de agua. De nuevo a pie volvió a la parada del bus para coger el siguiente vehículo. «Le pedí que le contara lo ocurrido al siguiente conductor y éste se sorprendió, llamó a un supervisor y éste se disculpó con Gloria. Para más inri, en ese segundo vehículo, la joven pudo ver como accedían al autobús algunos pasajeros «sin camiseta y con comida en la mano», por lo que su malestar creció.
La joven llegó al hospital a las 17:30 de la tarde y salió dos horas después, diagnosticada con un «episodio de ansiedad». Alicia, su madre, ha denunciado los hechos ante Policía Nacional y considera que el conductor del TIB cometió «un delito de omisión del deber de socorro», aunque otras fuentes policiales le han contestado que lo ocurrido «no es constitutivo de delito». Las afectadas han reclamado también al Consorci de Transports y quieren que su denuncia sea admitida a trámite y surta algún efecto. «Se trata de un tema de humanidad. Puedo entender la situación que se produjo, la ropa que llevara mi hija, lo que quieras; pero creo que hay que ser más responsable y más humano, antes que seguir a rajatabla las normas de vestuario para acceder a un transporte. Creo que hablamos mucho de la salud mental pero no predicamos con el ejemplo», apostilla.
La respuesta del TIB
Tras la reclamación interpuesta por Alicia y Gloria, el Consorci de Transports de Mallorca (CTM) lamenta lo ocurrido y la situación en la que se encontró la joven. «Solicitaremos a la empresa operadora del servicio que recuerde a los conductores que deben seguir la normativa pero que, ante una situación en la que haya un riesgo en la salud del usuario, se debe priorizar su bienestar», explican. Añaden también que «entendemos que el conductor actuara teniendo en cuenta los factores diversos que se produjeron en la situación y de acuerdo con la normativa establecida en relación a la indumentaria; pero también desde el desconocimiento del estado real de esta usuaria. Continuaremos recabando información sobre los hechos acontecidos».
Alicia y su hija, Gloria, ya están más tranquilas aunque aún sienten frustración e impotencia por lo sucedido en Cala Millor. La denuncia penal continuará su recorrido, siempre que sea admitida a trámite, y la esperanza de ambas es, al menos, «sensibilizar sobre la salud mental y sobre la situación de tantas personas que han pasado o están pasando lo que le sucede a mi hija».