Las pruebas de acceso a la universidad son uno de los momentos más importantes a los que se enfrentan los estudiantes. La nota abre o cierra las puertas para acceder a la facultad. Sin embargo, ¿el hecho de conseguir una buena puntuación garantiza el éxito laboral? Ultima Hora se ha puesto en contacto con Laura Venzal (Palma, 1996), que en el año 2014 consiguió la mejor nota en Selectividad en Baleares: un 9,8. Estudió en Santa Mónica, el IES Marratxí y Madre Alberta. Diez años después confiesa: «Mi vida ha cambiado mucho».
Hace una década que consiguió la mejor nota de Selectividad en Baleares, ¿cómo ha cambiado su vida?
—Ha cambiado mucho. Estudié Derecho en Navarra; monté un proyecto de empresa social en Tanzania, donde viví cuatro veranos. Me casé con el mejor del mundo. Oposité un par de años a la carrera diplomática, estudié un máster en Humanidades y, en plena pandemia, nos mudamos a Ecuador, donde hemos hecho muchos amigos y hemos visitado desde la selva amazónica hasta los volcanes andinos.
¿A qué se dedica ahora?
—Cofundé y dirijo una aceleradora de organizaciones sociales en Quito. Tenemos la hipótesis de que el sector social puede tener un impacto más amplio y profundo, a la vez que sostenido en el tiempo, si adopta modelos de empresa social. Además, soy la responsable de admisión del Máster en Derecho de Familia de la Universidad de Navarra.
¿Esperaba conseguir tantas cosas?
—No esperaba nada en particular pero confiaba en que la vida siempre es una aventura. Dios sabe lo que hace. ¡Y lo mejor está por venir! Quiero vivir cada día con esmero y hacerlo todo con amor.
¿Por qué se fue a Ecuador?
—En plena pandemia, la falta de trabajó nos azotó y aprovechamos para estudiar. Nos mudamos a Ecuador para que mi esposo pudiera convalidar sus estudios en su país natal y para pasar tiempo con la familia de ese lado del charco. Luego, nos dimos cuenta de que la carrera diplomática no iba con nosotros y surgieron muchas oportunidades en Ecuador. Hay mucho que hacer.
¿Tiene previsto volver a Mallorca?
—En verano, siempre. A vivir, no lo tenemos previsto. Nos encantaría en un futuro. Como dice la canción, «no soy de aquí ni soy de allá». Cuando uno migra, ya no tienes un solo hogar.
¿Qué quería ser cuándo era pequeña?
—¡De todo! Quise ser profesora, editora de una revista de moda, auxilio de los más pobres, escritora…
¿Esperaba tener la nota más alta en selectividad?
—Pues no me había planteado que hubiera un ranking. Fue una alegre sorpresa cuando me llamaron.
¿Estudió mucho?
—Sí. Recuerdo que estudié mucho pero estudié tranquila por dos razones. Por una parte, ya había estudiado maratónicamente para los trimestrales y globales, que fueron muy duros. Por eso, sentía que las vueltas al temario para selectividad eran como entrenar para una San Silvestre más que para una maratón. Por otro lado, como ya tenía plaza y beca en la Universidad de Navarra, no necesitaba competir por décimas o centésimas para acceder a la carrera que quería. Aun así, me encanta aprender y dar siempre lo mejor de mí, así que me encerré a estudiar en un último sprint.
¿Qué sintió cuándo te lo dijeron?
—Primero, sorpresa. Luego, honor. Finalmente, mucha gratitud: a mis padres, abuelos, tíos, hermanos y primos; a mis profesores de ese y otros años y a Dios. Es una suerte contar con una familia siempre alegre e incondicional, unos profesores con tanto conocimiento y vocación por enseñar y la confianza en que todo va a ser siempre para bien. Fui con la mejor preparación a Selectividad y a la vida adulta.