Todo ha cambiado en cinco años pero poco ha cambiado en un año. Hace cinco años, el PP vivió unas elecciones de pesadilla y el PSIB, de ensueño. Hace un año, la alegría cambió de bando y quienes ganaron entonces han vuelto a hacerlo ahora, un año después. El PP aguanta bien en Baleares pero aún no logra réditos para neutralizar a sus socios y hacerse con sus votos porque, además, estas elecciones han supuesto la victoria de una derecha que se fragmenta, se divide, de una derecha que, a fin de cuentas, se izquierdiza porque ya no hay una derecha, hay muchas. Vox ha sufrido en las Islas en carne propia el mismo castigó que inflingió en su día al PP. Creció a costa de ahogar a los ‘populares' pero ahora es el partido de Patricia de las Heras quien ve cómo surge un rival a su derecha que ha mermado los resultados, le ha alejado de sus expectativas y le ha robado más de 17.000 votos que podrían haber sido suyos. El sueño de la extrema derecha produce monstruos.
Más allá de la inesperada aparición del partido de Alvise en estas elecciones, el otro hecho significativo no es una aparición, sino una desaparición. Que los resultados no son lo que esperaba la izquierda lo acredita el hecho de que Francina Armengol no saliera a valorar los datos tras la noche electoral. El PSIB aguanta e incluso crece con respecto a hace un año, pero pierde si se compara con lo que pasó hace cinco años. La ola de derechas que se ha instalado en Baleares no parece que vaya a desinflarse tan pronto. PP y Vox sacan en las Islas de media un mejor resultado que la media española. Por el contrario, el PSIB saca en Baleares peores resultados que la media española. Estas elecciones han movido poco en la Comunitat. Quedan tres años para ver qué pasa.