El prolífico escritor e investigador Tomàs Vibot acaba de publicar, editado por El Gall, el libro Cuina de la passió. Gastronomia i etnografia mallorquina de Pasqua.
Vibot explica que «es un libro que va más allá de lo estrictamente gastronómico. En una época de aceleración y mutabilidad de costumbres y tradiciones, con influencias externas de todo tipo, he intentado recoger todos los elementos que rodean a una de las grandes fiestas en Mallorca: la Pascua, desde la Cuaresma hasta el Diumenge de l'Àngel».
Según Vibot, «la gastronomía es una parte muy importante de la Pascua, pero, además de las celebraciones religiosas que le dan sentido, también hay rituales, tradicionales y un folclore asociado. El cristianismo no inventa nada y cuando acaba la Pascua, se rompe la época de abstinencia, coincidiendo con el estallido de la primavera».
Antes de Pascua, una figura significativa es la Jaia Quaresma, la anciana con siete piernas que representan las siete semanas que transcurren entre el Dimecres de Cendra hasta la Semana Santa. El autor apunta que «esta figura se está recuperando en centros educativos y algunos ayuntamientos la cuelgan en sus fachadas. Otras tradiciones son la peregrinación de los vecinos de Sant Joan a Consolació para comer las coquetes de Sant Joan el cuarto domingo de Cuaresma, una manera de escapar a las restricciones de este período, y la capta de panades, cuando los jóvenes salen el Domingo de Pascua a las calles a cantar y a pedir panades. Esta tradición se mantiene en Felanitx, con los llamados salers, o en Sineu. Por su parte, los Pancaritats se conservan de manera generalizada».
El libro contiene recetas, canciones, gloses y dites relacionadas con una Pascua cuyas restricciones, en el siglo XV, se adelantaban a toda la Cuaresma con la prohibición de consumir no sólo carne, sino también huevos y lácteos.
En cuanto a la gastronomía en sí, Vibot destaca que «las panades, como producto estrella de la Pascua, ya parecen documentadas en el siglo XIV. A partir de aquí, existe una gran variedad de las mismas. En el siglo XV, en las casas señoriales, existía el divertimento de las panades de las que, al abrirlas, salía un pájaro vivo».
Los productos gastronómicos relacionados con la Pascua mallorquina a lo largo de los siglos son muy numerosos: rubiols fregits, crespells d'Inca (parecidos a las coques bambes), crespells d'Alcúdia (con relleno), rotlles, tombats, engronsos, pa de barcella y, como curiosidad también de la cocina señorial, la essa, pasta de ensaimada en forma de la letra ese.
Vibot destaca que «en Mallorca se hicieron flaons hasta el siglo XX, muy parecidos a los de Ibiza. Incluso mossèn Alcover dice que se elaboraban flaons en su casa. En la Isla también se hacían formatjades, actualmente limitadas a Pollença».