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Tomàs Vibot, investigador: «La tierra pagaba las casas de las ‘possessions' y ahora es al revés»

Acaba de publicar ‘Possessions de Mallorca. Selecció essencial', a presentar el próximo día 28

Tomàs Vibot posa con su libro junto a un patio de Palma. | Jaume Morey

| Palma |

Tomàs Vibot (Palma, 1973) acaba de publicar Possessions de Mallorca. Selecció essencial, obra editada por El Gall. El libro, prologado por Margalida Martín y dedicado a Diego Zaforteza, presidente de la Fundació Itinerem, será presentado por el autor y el propio Zaforteza el próximo 28 de junio a las 19.00 horas en Quars Llibres, en Palma.

¿Este libro continúa su colección ‘Les possessions de Mallorca', de la misma editorial?
— Diría que es una antología o apéndice de la colección. Recojo veinte possessions que para mí son significativas, con actualizaciones de la información, e incorporo cinco nuevas. De alguna manera, cierro un ciclo.

¿Cuál ha sido el criterio para la selección?
— Un criterio ha sido no poner más de una finca por municipio, con una sola excepción: Bunyola, donde salen Alfàbia y Comassema. También he intentado reflejar la variedad comarcal de Mallorca. Cada possessió es un universo. Muchas veces me preguntan cuál es mi possessió preferida y no sé qué responder.

¿Qué respuesta recibe de los propietarios?
— Hay de todo. Los hay que se sienten orgullosos de salir y los hay que no quieren hacerlo y me quedo con las ganas. Unos ponen condiciones y otros me dan carta blanca. Siempre procuro recoger las sugerencias de los propietarios.

¿Cuál es la situación general de las ‘possessions'?
— Investigarlas ya es una labor casi de arqueología. Como unidades de explotación –casas rurales en fincas de grandes dimensiones– están acabadas, totalmente fuera de época.

¿Y cómo mantenerlas?
— Antes, la tierra mantenía las casas de las possessions y ahora es al revés. La explotación de las casas es la que permite mantener la tierra y el paisaje. Creo que hay cuatro maneras de abordar el mantenimiento de una gran finca: disponer de un gran capital y que no te importe perder dinero; transformarla en un negocio mínimamente rentable, como un hotel o un agroturismo, o alquilándola para eventos; la creación de museos, com Els Calderers o sa Granja; o, simplemente, hacer lo que se pueda. Sí puedo decir que, en las possessions que salen en el libro, los propietarios están muy apegados a la tierra, harán todo lo posible por mantenerlas.

¿Se conservan los archivos familiares?
— Pocos. Hay archivos que se han dividido entre herederos, lo que ahora ya no es posible. Está regulado que los archivos familiares deben mantener su unidad. Normalmente acudo al Arxiu del Regne, el Arxiu Diocesà, archivos municipales y los particulares que puedan conservarse, además de biografías. Afortunadamente, desde los años 80 se ha producido mucha investigación que he aprovechado, pero queda mucho por hacer.

¿No es excesiva una transformación como la que pretende Richard Branson en Son Bunyola, en Banyalbufar?
— El proyecto de los años noventa no me gustaba nada, pero el de ahora es la única solución para unas casas que están apuntaladas desde hace años. La transformación en hotel sigue un estricto y absoluto control de Patrimoni. O se invertía o tot passava per ull. Es una reforma correcta, justa y necesaria, sin ninguna nueva edificación.

¿Cuántas casas de ‘possessions' están en ruinas?
— No las tengo cuantificadas, pero diría que decenas.

¿Qué opina de las compras públicas de fincas? Raixa, Galatzó, Planícia...
— Me parece bien siempre que la Administración sepa qué es lo que está comprando y si tiene asegurados recursos para su futuro mantenimiento.

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