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«Aunque no tuviera grandes fábricas, en la Isla hubo una cultura obrera»

El historiador Pere Gabriel presenta este viernes en Palma la edición aumentada de ‘El moviment obrer a Mallorca', publicado por primera vez en 1973

El historiador Pere Gabriel, profesor emérito de la Universitat Autònoma de Barcelona, en Palma, en una imagen de archivo. | Jaume Morey

| Palma |

El historiador Pere Gabriel, profesor emérito de la Autònoma de Barcelona, presenta hoy en Ca n'Oleo, a las 19.00 horas, la edición aumentada de su obra El moviment obrer a Mallorca, publicada por primera vez en 1973, hace ahora más de 50 años, y toda una referencia en la historiografía contemporánea de la Isla.

Gabriel explica que «la primera versión sólo abarcaba el siglo XX, desde 1900 hasta 1936. Posteriormente estudié el movimiento obrero en Mallorca en el siglo XIX desde mediados de la centuria, pero los resultados sólo salieron publicados en la revista Randa. Ahora reúno los siglos XIX y XX, hasta 1936».

Una aportación de la nueva versión, apunta Gabriel, «es la incorporación del marco de la política de la época, de tal manera que el movimiento obrero aparece como pieza clave de la historia contemporánea en conjunto. Así, el movimiento obrero se integra en lo que fueron los movimientos republicanos y, concretamente, socialista, anarcosindicalista y comunista. Una incorporación más sería la de una realidad obrera más amplia, no sólo centrada en Palma, pues en muchos pueblos se desarrolló una cultura de la clase trabajadora».

El historiador también se refiere a lo que el denomina «añadidos instrumentales». En este sentido, destaca «un anexo bibliográfico muy amplio, que refleja todo el trabajo que se ha hecho en estos 50 años en la investigación del movimiento obrero mallorquín; un mapa de sindicatos; un capítulo de imágenes, algunas no muy conocidas; y un índice de nombres de personas, localidades o entidades, que, a diferencia de la primera versión, sí abarca los siglos XIX y XX».

Ante la idea de que en Mallorca no hubo un movimiento obrero de importancia, el autor incide en que «la cultura de clase trabajadora no sólo depende de la presencia de una gran industria. Desde mediados del siglo XIX, en la Isla encontramos trabajos mecanizados, de extracción -picapedrers, pedrers o miners- y oficios artesanos tradicionales. Todos ellos construyen una cultura política obrera, con una manera de entender el mundo, los conflictos laborales y los cambios sociales. Por tanto, el movimiento obrero de Mallorca, aunque no estuviera vinculado a grandes fábricas, alcanzó su madurez y era tan complejo y presentaba tantas reivindicaciones como otros que consideramos potentes. Era un movimiento con sus tendencias, problemáticas y crisis, y tenía su incidencia en la vida política».

Gabriel indica que «también hubo combatividad. En todas las épocas hubo tensiones entre las aspiraciones más radicales y las más reformistas, pragmáticas y posibilistas. Hubo años en los que la confrontación fue tan alta como en la propia Barcelona».

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