Los centros de acogida de Palma llevan meses experimentando un cambio en el perfil de sus usuarios: las familias con niños son las que, en su mayoría, llaman a la puerta para pedir ayuda. Los precios de los inmuebles y las exigencias a la hora de buscar un alquiler responderían a esta demanda histórica y las largas listas para entrar en uno de estos recursos, públicos o privados.
El Ajuntament de Palma gestiona dos centros para la acogida temporal de familias. Uno de ellos es la Fundación Sant Joan de Déu –un recurso que comparte con el IMAS–, donde «la mitad de los usuarios (40) son familias completas», responde la directora del centro, Inma Iglesias. «El cambio más destacado es la entrada de familias biparentales (madre y padre) y eso no era así antes, ya que principalmente llegaban madres solas con sus hijos».
La directora de la Fundación sostiene que «si el año pasado un 9 % de los usuarios tenía trabajo, ahora es el 32 %». La precariedad se está cebando con las familias con contratos laborales que se ven en la tesitura de pagar la renta mensual o comer.
El Institut Mallorquí d'Afers Socials cuenta en esta misma Fundación, conocida como Es Convent, con 16 plazas para familias. Todas, ocupadas actualmete. Aparte, gestiona diez pisos a través de un convenio con el Ibavi y también están llenas de padres y madres con niños.
Evelyn, de 37 años, y sus dos hijos recalaron en la Fundación de forma inesperada. Llegó de Colombia con la promesa de un trabajo. Pero cuando aterrizó en el aeropuerto de Palma nadie les fue a buscar. Todo fue una mentira. Por suerte, una compatriota le ayudó unos días. Evelyn se encontró totalmente sola en Palma. Desde el Ajuntament le pudieron ofrecer este espacio temporal, pero su situación es compleja ya que no tiene los papeles en regla y el poco trabajo que tiene no le da para un alquiler.
Ascen Sala, coordinadora de las llars Inge y Kurt, ha notado un auge de madres y padres con niños: «Tenemos una lista de espera con más de 300 personas», lamenta. En su caso, recibe a los usuarios a través de los servicios sociales del Ajuntament, de hospitales y desde el comedor social de la Asociación Tardor, propietaria de estos dos centros.
Centros privados
Actualmente, en el llar Inge hay tres familias, pero hace poco salieron unas cuantas familias que decidieron buscar un piso y compartirlo entre ellas. «Tras el incremento de solicitudes, nos planteamos construir más centros asistenciales para acoger a más personas con sus hijos», asegura.
El centro Sojorn, de la Parroquia Mare de Déu de Montserrat, es el espacio privado con más familias acogidas. Si hace un año o dos solo se veían jóvenes o personas mayores compartiendo habitaciones, ahora casi todos son padres y madres con uno o más hijos. «Con menores, estamos condenados a que nadie nos alquile un piso en la Islas», explica un matrimonio en una entrevista a Ultima Hora.
La preocupación se ha extrapolado a los albergues y otros centros que no son para familias. Es el caso de Es Refugi que en los últimos meses «hemos recibido un alud de llamadas pidiéndonos espacio», destaca el gerente, Toni Cañellas, quien destaca un caso de una madre con su hija que tenían que dejar el piso a finales de enero por una subida en el alquiler y no tenían dónde ir.