«A la gloria del Gran Arquitecto del Universo». Con estas palabras, pronunciadas por Juan Cantero, responsable de comunicación de la Gran Logia Provincial de Baleares, ha arrancado el acto de reconocimiento público a masones represaliados y asesinados durante la Guerra Civil y la dictadura, al que acudieron el alcalde de Palma, José Hila, y el secretario autonómico de Memoria Democrática, Jesús Jurado. El lugar escogido para este encuentro fue la plaza Alexander Fleming, lugar simbólico para el colectivo debido a que este Premio Nobel de Medicina fue masón, y también a que muy cerca de esta ubicación se encontraba la emblemática Logia Pitágoras.
En una de las primeras acciones de represión franquista de la Guerra Civil, esta logia fue vandalizada por elementos de Falange y de las Juventudes de Acción Popular el mismo 19 de julio, un día después del golpe de Estado, para exhibir durante varios días algunos de los objetos que saquearon, «con objeto de generar un ambiente propiciatorio para su persecución», en palabras del historiador y profesor de Historia Contemporánea de la UIB David Ginard, quien ha asegurado durante su intervención en el acto que «la masonería fue, en términos proporcionales, el colectivo más castigado en Mallorca por la represión franquista».
En este punto, la presidenta de Memòria de Mallorca, Maria Antònia Oliver, ha puesto el acento en que es, además, «uno de los colectivos más desconocidos en el ámbito de la recuperación de la memoria histórica». Entre los masones represaliados hubo figuras públicas, como el político Jaume Valls Segura, que fue concejal del Ajuntament de Palma y venerable maestro de la logia, quien fue asesinado a manos del bando franquista en los primeros compases de la Guerra Civil junto a una docena de sus correligionarios; el catedrático Dionisio Pastor, director de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Palma; el músico Jacinto Torrandell, director el Orfeón Proletario, o los periodistas Mateu Martí i Miquel y Juan Alomar Cifre. «Pues bien, en algunos casos, los familiares de los represaliados desconocían su condición de masones, y se han sorprendido muchísimo cuando se lo hemos dicho. Por eso son tan importantes actos como este, no solo para recordar lo que les hicieron, sino también para recuperar quiénes fueron», ha destacado Oliver.
Este aspecto ha sido especialmente subrayado por Hila durante su intervención. «Debemos recordar todo lo que hicieron estas personas en vida, que fue mucho y muy positivo, frente a todo lo malo que hicieron sus asesinos con objeto de eliminar cualquier indicio de una sociedad culta y avanzada. La masonería representaba justo todo lo que era peligroso para el fascismo: conocimiento, progreso, ética, humanidad, enseñanza y libre pensamiento», ha dicho. «Hoy, 87 años después de estos terribles actos, aquí estamos los representantes de las instituciones para demostrar que estamos al lado de los masones, que fueron asesinados por ser buenas personas. Este será el primero de muchos actos de reconocimiento público de la masonería», ha adelantado.