Antoni Lluís y Antoni son una de las cinco parejas gays que en esto momentos están a la espera para adoptar un niño. No es el primer proceso de adopción que inician, hace dos años llegó a su hogar en Mallorca el pequeño Aleix, que por entonces tenía cuatro años. La experiencia ha sido tan positiva, que esperan con los brazos abiertos a su nuevo hijo.
«Siempre tuvimos claro que queríamos formar una familia», apunta Toni Lluís Reyes, mientras que su pareja recuerda que hace nueve años, cuando residían en Barcelona, iniciaron los trámites en la Ciudad Condal. Había tal colapso, que no aceptaban nuevas solicitudes. Cuando regresaron a Mallorca, acudieron al IMAS. «Íbamos con la idea preconcebida de que iba a ser un proceso largo y tedioso, pero no fue así. En un primer momento surgió la posibilidad de adoptar a un niño en Aragón, incluso enviamos un vídeo contando nuestra historia; pero al final decidieron que el acogimiento fuera con una familia de Canarias», recuerda Toni.
La adopción de Aleix sí salió a pedir de boca. «Nos llamaron, salimos pitando para Palma y cuando nos contaron la historia del pequeño, ya sabíamos que había un hueco para él en nuestra vida y nuestro hogar. No hizo falta el tiempo de reflexión que nos dieron, lo teníamos clarísimo», apunta Reyes.
Esta pareja tenía claro que ellos no eran como el resto de familias que acudían al IMAS tras intentar tener hijos biológicos. «Nosotros no hemos pasado ese duelo, pero tratamos de vivir esta experiencia de forma natural», señalan.
Para ellos la llegada de Aleix a su casa y su adaptación ha sido una montaña rusa de emociones positivas. Sabían que el pequeño, a pesar de tener cuatro años cuando entró en sus vidas, cargaba con una ‘mochila', «no tiene por qué tener connotaciones negativas, es su experiencia». Quizá porque la adaptación del niño a su nueva vida ha sido tan buena, se han embarcado en esta nueva adopción: «Hay muchos menores que necesitan un hogar».