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Un libro sobre la cooperación: «Con todo el dinero que se ha gastado en África, hoy sería un continente desarrollado»

El libro ‘Farangi' se basa en una historia real contada por Amelia Fornés, e ilustrada por Alejo Ecube, sobre sus experiencias en Etiopía en 2012

La Amelia Fornés y el ilustrador Alejo Ecube, posan con su libro 'Farangi'. | Angie Ramón - ALEX SEPULVEDA

| Palma |

La historia se sitúa en 2012 en un hospital de Etiopía y el reto para los trabajadores es liberar a una madre y sus siete hijos de un marido maltratador. Esta fue una de las muchas situación que vivió la farmacéutica, y especializada en políticas de cooperación, Amelia Fornés que centra el hilo de su primera obra, Farangi, que ha ilustrado su amigo Alejo Ecube.

«Farangi se usa en Etiopía para referirse al extranjero blanco. La idea del libro surgió hace seis años, cuando conocí a Alejo en un curso de cómic. Él fue quien me motivó a hacerlo», confiesa Amelia. Este relato lo presentarán el 15 de febrero, a las 19.30 horas, en el Café A Tres Bandas.

La obra no deja de ser un relato sobre lo más duro de la cooperación en Etiopía y que marcó a la autora, cuya estancia duró un año y medio. «Los recursos, en Etiopía, existen, pero el problema es que están mal gestionados». Este no es lo único que experimentó, sino por ejemplo la falta, a priori, de medicamentos que luego se daría cuenta que existen «pero los dejan caducar, a pesar de que son donaciones, o están en el mercado negro», cuenta.

Vivencias duras

En un momento del relato, Amelia y una compañera ya no pueden más y piensan en matar a una persona. Fue fruto, dice, de la desesperación que pueden vivir los que se dedican a la cooperación en un territorio tan conflictivo, y difícil, como es Etiopía. Por su parte, Alejo Ecube confiesa que «sentí un impacto brutal a la hora de dibujar el relato. Un día malo de Amelia allí podía ser el peor de mi vida».

Para la autora, «en esos momentos desarrollas una especie de resiliencia». Habla en este sentido de la cantidad de proyectos que fracasan, de ver que hay familias que se aprovechan de la desnutrición de un hijo para conseguir comida (para ellos mismos) o «el paternalismo que hay sobre la pobreza». Según su experiencia, «hay ONGs que toman el pelo. Con todo el dinero que se ha gastado en África, hoy sería un continente desarrollado».

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