Durante cerca de siete décadas el tranvía fue el transporte cotidiano de Palma. Funcionó en la ciudad entre 1891 y 1959 cuando fue sustituidos por los autobuses urbanos de forma definitiva. La red antigua llegó a tener algo más de cincuenta kilómetros de extensión y articulaba toda la ciudad. La primera conexión unió la Plaça d'en Coll con Porto Pí. Eran algo más de cuatro kilómetros de línea. Un avance de la Revolución Industrial: los vagones llegaron de Zaragoza y los herrajes de Liverpool. Los primeros vagones llevaban, no obstante, un motor más tradicional: iban tirados con mulas. La Sociedad Mallorquina de Tranvías fue entonces la encargada de su puesta en marcha. Dos décadas después llegaron los primeros tranvías eléctricos (1916) y la Sociedad General de Tranvías Eléctricos Interurbanos de Palma. Uno de sus fundadores fue José Tous Ferrer, que también lo fue de Ultima Hora.
Las líneas se ampliaron pese a dificultades por una gran conflictividad social en la empresa y numerosas huelgas y protestas, una de ellas con un fallecido. Llegó a tener más de una decena, con una configuración radial, como las de Son Roca, Génova, Portopí, el puerto, Establiments, la Plaza de Toros, Can Capes, La Soledad y El Molinar tenían conexión con el centro de la ciudad a través de raíles. Otra línea más pequeña estiraba el alcance de los convoyes hasta s'Arenal.
El servicio empezaba a las cinco de la mañana y terminaba a las doce de la noche. En cada uno de los tranvías iba un conductor, un cobrador y un inspector. Las subidas se hacían en marcha y sin billete pero con un historial de seguridad probado. Solo se cuantifica un atropello mortal. Las cifras de pasajeros crecieron hasta llegar a un máximo en 1939, al finalizar la guerra, con más de catorce millones de personas transportadas. La enorme crisis de la posguerra y la falta de suministros por la II Guerra Mundial comenzó a hacer mella en el servicio: faltaban recambios y los cortes en el suministro tampoco ayudaban a este medio.
A partir de 1946 se introdujeron los primeros autobuses en la ciudad. Primero como complemento a los tranvías pero, poco a poco ganaron protagonismo. Se responsabilizaba a los raíles, entre otras cosas, del mal estado del pavimento en muchas calles de la ciudad. Entre socavones y falta de inversión, se fueron suprimiendo líneas de forma paulatina en los años cincuenta hasta el cierre definitivo del servicio.