Cordobés de nacimiento (concretamente en Villa del Río en 1948), Arturo Lope y López de Rego era el vivo ejemplo del espíritu renacentista, dado su interés poliédrico, desde su pasión por los animales hasta el coleccionismo o la jardinería. Jubilado cuando se le diagnosticó una enfermedad neurodegenerativa, dejó claro desde el primer momento su amor por la Isla, a la que llegó para cumplir el servicio militar.
De hecho fue veterinario militar y uno de sus primeros destinos fue Manacor, donde estuvo durante una década en el cuartel de sementales. Sin embargo, para evitar el cambio de destino que obligaba un ascenso decidió su pase a la reserva al tiempo que se dedicaba a la gestión de la clínica veterinaria que instaló en la calle del Patronat Obrer de Palma.
Apasionado de la obra del pintor Krekovic, en su finca de la carretera de Valldemossa se dedicaba al cuidado de la tierra y de animales exóticos, al tiempo que cultivaba dos de sus pasiones: el marés y la elaboración de bastines. Casado con Concha Gómez, tenía dos hijos. El funeral se oficiará el próximo miércoles en Sant Nicolau.