Los precios están disparados, pero la buena noticia es que la inflación ha bajado este pasado mes de agosto. El dato adelantado del IPC en España es del 10,4 %, cuatro décimas menos que en julio, debido principalmente al abaratamiento de los carburantes. El Gobierno ha manifestado esta semana que la inflación seguirá a la baja durante los próximos meses y Ultima Hora ha pedido su opinión a dos expertos para saber si la comparten.
Pau A. Monserrat, miembro del CES, profesor de la UIB y economista de FuturFinances.com, considera que «la inflación general parece que sí comenzará a bajar, con un probable máximo histórico en julio de este año (10,8%). Sin embargo, la inflación subyacente (no tiene en cuenta la energía ni los alimentos no elaborados) ha pasado del 6,1 % al 6,4 % en términos interanuales, un récord de precios desde enero de 1993. Simplificando, se está frenando la inflación de primera ronda causada por el incremento de la energía y los problemas en el canal de distribución mundial; pero se están intensificando la inflación de segunda ronda, la que pasa del aumento de costes empresariales a los precios que pagan los ciudadanos al adquirir bienes y servicios».
A su modo de ver, «en los próximos meses veremos incrementos interanuales de la inflación general a la baja y los titulares de la prensa estarán relacionados con una 'bajada de la inflación'. Sin embargo, los precios no van a bajar, van a crecer menos. El daño al bolsillo del ciudadano ya está hecho: somos más pobres. Así un carro de la compra en Baleares que costara 100 euros en julio de 2021, precisaría de 110,3 euros (10,3 % de incremento anual del IPC en Baleares en julio) para adquirir los mismos productos al cabo de un solo año. Si se cumplieran las previsiones de FUNCAS para julio de 2023, que pronostican un IPC interanual del 3,8 % para toda España, el mismo carro de la compra nos costaría 114,5 euros. Los precios se habrían desacelerado, no bajado. En dos años pagaríamos 14,5 euros más por el mismo carro, por efecto del aumento de precios». En este punto, añade que «siguiendo con las previsiones, FUNCAS estima una media anual del IPC de 2022 del 8,9 % y de un 4,8 % para 2023. En otras palabras, la lucha contra la inflación empezará a dar frutos el año que viene, pero seguiremos con precios altos y en crecimiento inasumible para nuestros bolsillos».
Luis García Langa, director de Corredordefondos.com, sostiene que «los datos de los dos últimos meses parecen indicar que la inflación seguirá a la baja. Viendo además la caída de las materias primas -no solo las energéticas, también las industriales y alimenticias- y las políticas agresivas de los bancos centrales sería lo más lógico».
¿Cuándo empezarán a bajar los precios de los alimentos?
Monserrat asegura que «por desgracia no veremos una bajada de precios de los productos alimentarios en los próximos años, sino una moderación en sus ya caros precios. Así FUNCAS espera una inflación anual media para 2022 del 9,6 % para los alimentos elaborados y del 10,9 % para los no elaborados. El 2023 podrían subir un 4,4 % y un 7,9 % respectivamente. Esta partida es especialmente sensible para las familias con ingresos más modestos, que sufren como nadie el aumento de precios de los alimentos.
Por el contrario, Langa es más optimista y prevé que podrían bajar pronto. «Los precios de la alimentación son los más volátiles, especialmente los alimentos frescos, ya que, además del precio del combustible (en la agricultura y transporte repercuten muy directamente) también hay que tener en cuenta el clima. Como la mayoría son de demanda inelástica (compramos aunque suban de precio porque lo necesitamos) tienen mucho poder de fijación de precios. Es posible que, en base a eso, empiecen a bajar pronto».
Los combustibles sí han experimentado un descenso y con la bonificación del Gobierno ya se pagan más baratos que antes de la guerra en Ucrania. El economista de FuturFinances.com calcula que «los productos energéticos, si se cumple el condicionante de un barril Brent en 110$ tomado por FUNCAS, subirían de media un brutal 34 % en 2022 y un 8,9 % en 2023. Se moderaría el incremento de precio energéticos, pero con valores ya de por sí críticos para nuestra economía». Langa entiende que los precios de los carburantes «deberían seguir bajando» porque la «ralentización económica global es un hecho y eso hará que la demanda de combustible cada vez sea menor. Actualmente estamos en niveles pre-invasión de Ucrania, aunque por momentos se recupera, lo normal es que siga cayendo. Podría frenarse la tendencia si los países productores de petróleo reducen drásticamente la producción para adecuar la oferta a la demanda, pero subidas no deberían verse».
¿Qué otros productos podrían bajar?
El director de Corredordefondos.com avanza que podrían abaratarse todos aquellos productos que «tengan un impacto directo de la energía y los combustibles». No obstante, matiza que «hay otros factores: la compensación de beneficios que las empresas no hayan podido repercutir, costes salariales... Lo normal sería ver como productos de demanda elástica con poco poder de fijación de precios (mucha competencia, mucha dependencia del consumidor, productos sustitutivos...) sean los siguientes en caer».