El jueves a las 21.30 horas Catalina Cladera chutó desde el Palau Reial un balón a las nubes que todavía no ha caído del cielo. La presidenta del Consell de Mallorca cedió antes las presiones de sus socios de Pacte, Més y Unidas Podemos, y aceptó revocar el acuerdo publicitario con el Real Mallorca, aprobado la semana pasada en el patronato de la Fundació Mallorca Turisme y que comprometía a la institución insular a pagar al club 750.000 euros. El Govern y el Ayuntamiento de Palma pondrían el resto, hasta sumar los ya mediáticos 1,8 millones de euros.
Durante la reunión del jueves, en la que Més preparó a sus militantes ante una posible consulta para salir del gobierno insular, la socialista se mostró muy firme. Pasaban las horas, pero no cedía. Los soberanistas, encabezados por su secretario general, Jaume Alzamora, aprovecharon el receso para comer y reunir a la ejecutiva del partido. Fue uno de los motivos por los cuales la reunión entre los socios duró más de nueve horas, porque los soberanistas llegaron a estar ausentes de la negociación otras cuatro. Según explican fuentes cercanas, hacia las 18 horas estuvieron apunto de dar la señal a los militantes, pero la cosa empezó a cambiar y desistieron. Cladera solamente pidió un receso para hablar con alguien de su partido, Francina Armengol o quizás Mercedes Garrido. El caso es que optó por otra estrategia. Los suyos le aconsejan que la nueva fórmula jurídica para mantener el compromiso con el Real Mallorca no se haga mediante un pago publicitario. Més ya ha exigido que se haga mediante una convocatoria pública en la que puedan presentarse otros clubs.
Sin embargo, la presidenta chutó el balón a las nubes hasta perderse de vista y sin saber dónde iba a caer. Los socialistas cedieron aun desconociendo qué mecanismo emplear para sacar adelante el compromiso con el club mallorquinista. Apostaron por salvar el Pacte a pesar de crearse un nuevo problema que tendrán que solucionar con rapidez. Si lo hacen antes de acabar el verano, puede que la vorágine del día a día borre este episodio que ha interrumpido las vacaciones de muchos consellers insulars y ha creado malestar entre las patronales turísticas. La entidad confía en que se pague lo acordado, aunque ahora haya sido revocado. El PSIB-PSOE, en cambio, desconoce cómo hacerlo.
El conseller insular de Turisme, Andreu Serra, y su equipo parece que ya se han puesto a ello. Aun así, tampoco será fácil justificar ante la ciudadanía que se subvencione a una empresa privada capaz de fichar jugadores por varios millones de euros. La portavoz de Ciudadanos en el Consell, Beatriz Camiña, se preguntaba el viernes esto mismo: «¿En concepto de qué pagaremos 750.000 euros al Mallorca si no sabemos a qué se dedicarán?». El hecho de que el acuerdo revocado tuviera como finalidad atraer turistas le daba un sentido, guste más o menos. Ahora no hay ninguno. Curiosamente, Alzamora justifica el pago, ante las críticas de que su partido solo hayan conseguido desvincular el acuerdo de la promoción turística.
El interés del PSIB-PSOE por pagar esta suma de dinero al Real Malorca es una gran incógnita. Cladera descartó en declaraciones a este diario cualquier sombra de corrupción y retó a los de Més a presentar una denuncia si tenían dudas. Lo que está claro es que el balón acabará cayendo de las nubes, veremos si Cladera es capaz de controlarlo y seguir la jugada.