La mitad de las personas que toman ansiolíticos tienen una adicción a ellos de forma controlada. Así de claro lo ha puesto de manifiesto el coordinador autonómico de Salud Mental, Oriol Lafau. Para evitar que estos fármacos generen dependencia no se deben tomar durante más de seis semanas, pero en muchos casos el perjuicio de retirarlos es mucho mayor, por lo que los profesionales optan por mantenerlos. «Se mantienen más de seis semanas porque el síntoma prevalece y si se quita el fármaco puede ser peor», ha precisado. Por lo general, cuando estos tratamientos exceden el periodo recomendado lo hacen durante meses y el 10 % durante años. «Hay personas que toman ansiolíticos desde hace años para poder dormir», ha puesto como ejemplo.
Cuando se retiran los ansiolíticos a las personas con tratamientos prolongados se genera un periodo de abstinencia, con el que debe contar el profesional. Por ello, se recomienda hacerlo de forma «muy paulatina», combinado con la práctica de actividad deportiva física y en una época del año en la que el paciente tenga poco estrés.
Los motivos por los que se toman los ansiolíticos son, sobre todo, la ansiedad, el estrés o la depresión, causados principalmente por situaciones adversas como la crisis generada por la pandemia de la COVID-19: dificultades laborales, muchas muertes, miedo a enfermar, etc. En muchas ocasiones generan problemas para dormir. En 2021 se contabilizaron en las Islas 147.368 personas que tomaban estos fármacos, un 31 % más que en el mismo periodo del ejercicio anterior. Lafau ha informado que este año se sigue en la misma línea. «La cifra se han consolidado en los primeros cuatro meses de 2022, se mantiene el incremento». A su modo de ver, se trata de un porcentaje «muy elevado», ya que representa al 12 % de la población de las Islas.
El coordinador autonómico de Salud Mental ha explicado que este crecimiento es consecuencia de la pandemia de la COVID-19, que ha dejado como «secuela muchos problemas de salud mental». De este modo, las consultas en materia de salud mental han aumentado un 16 %; también han crecido los intentos de suicidio, los trastornos de la conducta alimentaria y, en definitiva, todos los trastornos mentales, con la excepción de los más graves (tales como la esquizofrenia y el trastorno bipolar). Esto ha dado lugar a que en 2021 se incrementase un 19 % el consumo de antidepresivos respecto a 2019 y 2020. En concreto, se ha pasado de las 96.000 personas que tomaban antidepresivos en 2019 y 2020 a las 115.000 que lo hicieron en 2021.
Lafau ha razonado que el incremento de los trastornos mentales ha sido sobre todo a expensas de la ansiedad y la depresión. En este punto, ha precisado que uno de sus síntomas es el insomnio. Un dato que le preocupa especialmente es que el 70 % de las personas a las que se les recetan fármacos para combatir los problemas mentales son mujeres. «Hay un sesgo de género clarísimo. Una mujer tiene siete veces más posibilidades de que le recten ansiolíticos que un hombre por el hecho de ser mujer. Un varón tiene siete veces más posibilidades de que le prescriban analgésicos o le pidan una prueba complementaria». La franja de edad en la que más se administran los ansiolíticos es entre los 35 y los 55 años, por lo que se trata de personas laboralmente activas; seguida de las personas mayores, que lo toman de forma crónica.