«Cuando salgo a la calle, empiezo a tropezarme con todo tipo de barreras. Una persona sorda no puede ir a una conferencia, aunque lo desee, porque normalmente no piensan en nosotros y no contratan a un intérprete de signos. Por ejemplo, llevo años intentado realizar un curso de edición de vídeo, pero la escuela no tiene posibilidad de ofrecerme un intérprete, y contratarlo por mi cuenta me costaría un riñón», lamenta José Luis García, un funcionario del SEPE, sordo de nacimiento, y que, en demasiadas ocasiones, se siente un «ciudadano de segunda».
Pónganse en su lugar. Imaginen que el silencio es la banda sonora que marca su día a día, los ojos y la expresión facial sus oídos y las manos los instrumentos para expresarse. Pero qué pasa cuando tiene que hacer una gestión tan rutinaria como la declaración de la renta, que nos toca hacer a todos cada año. Imposible comunicarse sin ayuda. Lo apunta José Luis, que muchas veces se siente impotente en su trabajo, al no poder contestar el teléfono o atender al público. «Una persona con una lesión medular lleva una silla de ruedas; un ciego porta un bastón que lo identifica, ¿pero la comunidad de personas sordas? No hay forma de que la gente sepa que no podemos entenderle. La nuestra es una discapacidad invisible. Y eso es muy duro», dice.
Ahí es donde entra el equipo de intérpretes en lengua de signos del IMAS, un servicio pionero del Consell de Mallorca en nuestra Comunidad, que este año celebra 20 años en funcionamiento. Primero comenzaron interpretando los plenos de la institución insular, luego las ruedas de prensa y algunas actuaciones con personas sordas del día a día, ahora su actividad no deja de crecer. «Imagínese estos dos años de pandemia, con la obligatoriedad de portar la mascarilla. Las personas sordas perdieron su posibilidad de comunicarse, si no te pueden leer los labios, están perdidos», recuerda Javier Moreno, intérprete en lengua de signos del Consell.
Actuaciones del día a día
El servicio cuenta actualmente con cuatro intérpretes en lengua de signos: una dedica su tiempo a los actos de la institución insular, el resto a trabajar en servicios ordinarios del colectivo en Mallorca. Tienen un horario de lunes a viernes de 8 de la mañana a 20 horas, organizados en dos turnos de mañana y tarde el fin de semana no están operativos. Las llamadas son continuas. Realizan todo tipo de acompañamientos: citas médicas, con el seguro, temas judiciales, con la Policía Nacional o la Policía Local, reuniones de las comunidades de vecinos, sindicatos... es decir, toda actividad del día que para una persona sin discapacidad auditiva no es ningún problema, pero para el colectivo supone un auténtico reto.
«Lamentablemente no se incluyen temas educativos. Por un lado, solo el 1 por ciento de las personas sordas termina cursando estudios superiores, pero es que tampoco somos suficientes para llegar a todo, como sí sucede en otras comunidades, como Andalucía o Catalunya, que ofrecen acompañamiento educativo», apunta Javier Moreno, intérprete en lengua de signos. No deja de mirar el móvil y su agenda del día para comprobar sus citas y controlar que, con el tráfico que hay en Palma, puede llegar con su moto a todos los sitios, repartidos por toda la ciudad.
La declaración de la renta de José Luis García es una de las tantas citas que ha tenido en un día. Todo ha ido bien. La funcionaria ha sido muy servicial y ha entendido la situación del declarante, en otros casos no es igual. Y con la pandemia, las actuaciones se han multiplicado. Por eso, el equipo de intérpretes hace hincapié en la necesidad de ampliar el número de trabajadores con, al menos, un intérprete más, que ayude a paliar el aumento constante de peticiones que reciben diariamente. Si fueran más, podrían llegar a cubrir los fines de semana, y la lucha por la integración real estaría un paso más cerca.
Aunque recuerdan que todavía queda camino por recorrer para llegar a esa ansiada inclusión. La lengua de signos se reconoció como lengua oficial en 2007, pero muchos puntos siguen sin ser efectivos a día de hoy. IB3, por ejemplo, no es accesible, por mucho que tenga subtítulos, algo que sí sucede con Canal Sur, TV3 o Tele Madrid; sin olvidar que el proyecto de ley de Lengua de Signos en Balears, que incluye todas las reivindicaciones históricas de la Federación de Personas Sordas de las Islas (FSIB) y de otras entidades, sigue esperando su turno en el Parlament.
Vida más fácil
A Ita Hernández, profesora en el CIFP Son Llebres, el servicio de intérpretes de lengua de signos le hace la vida más fácil. Se acaba de reincorporar al centro tras su permiso de maternidad, y para dar a luz, por supuesto, necesitó de un intérprete en el paritorio junto a ella: «Te dan confianza y seguridad», recalca. Sorda de nacimiento, con 18 años dejó su Menorca natal para estudiar la carrera en Barcelona, y hace dos años comenzó a dar clase en el Pla de Na Tesa. Sus compañeros se lo han puesto muy fácil, pero cuando hay claustro de docentes, con tanta gente alrededor, necesita de alguien que le ayude con tanta conversación. Con 20 años a sus espaldas, el servicio de lengua de signos es uno de los motores de la inclusión del colectivo.