Antoni Miquel Lucas (Palma, 1977) publica Geografia i pàtria. Un passeig per la vida de Bartomeu Barceló (Lleonard Muntaner Editor), que presenta mañana en la Fira del Llibre.
¿Se refiere a él como el ‘padre' de la geografía en Baleares?
—Es uno de ellos, con el permiso de Vicenç Maria Rosselló. Bartomeu Barceló, además de publicar un gran cantidad de trabajos sobre geografía balear, fue la persona más significativa y que más presionó para crear el Departament de Ciències de la Terra de la UIB.
¿Qué destacaría de su legado?
—Estudios, por ejemplo, sobre la geografía del ruido de los aeropuertos, que tuvieron mucho eco a nivel internacional porque en los años sesenta y setenta no se había tratado este tema. Además de sus trabajos sobre nisología, el estudio de las Islas. En esa época también era miembro de la comisión ambiental de la Unión Geográfica Internacional. En los ochenta dejó de lado la investigación y se centró en la política universitaria. Era muy exhaustivo, lo estudiaba todo a fondo.
¿De dónde surgen estas conversaciones hechas hace veinte años?
—En los noventa murió su mujer y ya no estaba en primera línea. Entonces le conocí porque me daba clase de Geografía. Me iluminó y surgió una amistad que duró casi hasta el final de su vida, cuando creo que tenía depresión y estaba enfermo. Por mi edad, quizás no estuve a la altura. Al acabar la carrera, Lleonard Muntaner, también geógrafo, me dijo que había que hacer un libro porque Bartomeu se jubilaba. Me enredó e hicimos varias quedadas con él. Por cosas de la vida sale ahora, diez años después de su fallecimiento.
¿Por qué este título?
—En el libro creo que no manifiesta suficientemente bien su amor por Mallorca. Era un gran mallorquinista, aunque reconoce su evolución. Venía de una familia burguesa de Palma y siendo estudiante era católico y españolista, pero acaba la vida en el otro bando. Se definía como comunista y tremendamente catalanista, de ahí el título. Sin él hubiéramos tenido estudios de Geografía mucho más tarde. Muchos geógrafos no lo hubieran sido sin él.
Barceló critica a alcaldes, a la OCB y otros personajes...
—Era una persona tremendamente tímida, pero al mismo tiempo no se cortaba un pelo. Critica al establishment pensando que el libro saldría en 2003.
¿Cómo recuerda sus clases?
—Se quedaba en silencio hasta que nos callásemos y con una voz bajita empezaba su clase. Salías encantado, con ganas de consultar los libros que había citado. Cuando nos llevaba de excursión se pasaba el trayecto explicando el paisaje, tenía una visión regional muy potente. Las salidas siempre acababan en un restaurante, con tertulia incluida. Era un juerguista, le encantaba la fiesta, comer y beber. No creíamos haber hecho todo eso con un hombre de 60 años.