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Baleares en pleno Eixample

Sa Sargantana reúne todos los viernes en Barcelona a estudiantes y amigos de las Islas para bailar y compartir la cultura y la gastronomía tradicional

Las tardes de los viernes se animan en la Casa Menorca gracias a sa Sargantana. | C.E.

| Palma |

Fue abrir una puerta en pleno Eixample barcelonés y me encontré en Balears. Pollença, Porreres, Felanitx, Campos, Palma, Eivissa, Artà y Sa Pobla estaban allí. Cristòfol, Aina, Maria de Lluc, Macià, Joan Lluís, jóvenes de esos lugares, se encuentran los viernes en Casa Menorca para bailar. Se les suma gente de Barcelona, como Clara o Gemma. Un grupo de whatsapp coordina los encuentros, y en el perfil de instagram @sasargantana.bcn difunden actividades y videos. Como era su último viernes antes del paréntesis de Pascua, los pillé, además, con las manos en la masa de sus ‘panades'. Cristòfol Llompart ligaba el saïm con la harina. En una olla, guisantes con acelgas y el aliño de un relleno que acompaña carne y sobrasada. Cada cual preparó la suya. Júlia Vaquer guiaba. Tenía tres años cuando empezó a hacerlas con su familia en Porreres, y se sabe las claves. Panades al horno, y a bailar.

Cristòfol marca el ritmo. Con 18 años llegó a Barcelona para estudiar psicología y buscó dónde seguir con el ‘ball de bot' que hacía un año había iniciado con el grupo Aires de la Cala de Pollença. «La identidad la coges de lo que haces», dice. Se hizo miembro de la agrupación sa Sargantana, nacida hace 25 años de manos de estudiantes mallorquines en Barcelona con ganas de seguir en contacto con su gente y su cultura. Cuando Aina Puig, de Felanitx, se unió al grupo, al empezar a estudiar Arquitectura, era la más pequeña, y hoy es de las mayores. «A las ocho de la tarde bailan los que han empezado hace menos tiempo, y hasta pasadas las 23 horas vamos bailando todos», señala Aina. «Aquí sientes que no has abandonado tus raíces. La cultura adquiere sentido cuando la compartes», afirma Joan Lluís Ferrer, de Artà.

Clara descubrió el ‘ball de bot' en la fiesta de los Foguerons de Gràcia y sintió ganas de probarlo. «La música engancha y al acabar salgo muy contenta. Venir a bailar me arregla la semana», afirma. «Yo deseo que sea viernes para volver», concluye Maria de Lluc, de Campos.

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