Como si no hubiera pasado el tiempo. Así fue el reencuentro de penitentes y cofradías en la procesión de los Estandartes de Palma con la que, a pesar de seguir en Cuaresma, este viernes dio se dio por iniciada la Semana Santa, en el Viernes de Dolor o Viernes de Pasión previo al Domingo de Ramos. Este año, con más ganas que nunca por el hecho de volver a pisar las calles, dos años después de que se decretara la pandemia. Eran las cinco de la tarde, una hora inusual para esta fecha, cuando la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Nuestra Señora de la Paz, la primera en salir por orden de más joven a más antigua, iniciaba la procesión desde el Convent de Sant Antoniet.
Y ésta fue precisamente una de las primeras novedades de este año, pues en ediciones anteriores la salida era desde els Caputxins. En la calle Sant Miquel se iba aglomerando gente expectante. Primero los propios protagonistas, además de ciudadanos con ganas de volver a la normalidad, y después de turistas, algo despistados, pero cámara de fotos en mano. La procesión de los Estandartes dura aproximadamente una hora, que es el tiempo que tardaron en llegar a la Seu. ¿Y por qué hasta la Catedral? Si bien en ediciones anteriores el recorrido terminaba en Sant Francesc, en esta ocasión se quiso llegar a la Seu ya que el próximo jueves, el Crist de la Sang no acabará allí su tradicional recorrido, explicaron desde la junta gestora de la asociación de cofradías de Palma.
Por otra parte, el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, fue el encargado de oficiar la misa que daba inicio a los actos populares de la Semana Santa. Fue misa, y no pregón, como es habitual. Este año, al acudir de invitado a Felanitx donde sí protagonizaría el pregón, se avanzó la procesión en Palma. Una vez cambiado el inicio y el final, el recorrido se mantuvo prácticamente igual que en ediciones anteriores. La procesión, como marca la tradición, la protagonizaron tres miembros de cada una de las 33 cofradías de Palma. El portador del estandarte y quienes llevan las varas. La solemnidad desfiló por las céntricas calles de Sant Miquel, Marquès del Palmer, Colom y Plaça de Cort y, de allí, se dirigió a la Seu. Poco se apreció que se continúa en pandemia pues, a pesar de seguir todas las indicaciones para prevenir contagios, no fue un día de grandes aglomeraciones. La normativa COVID por la que se piden test de antígenos y pauta completa de vacunación no se desplegó ayer, pues en la procesión de los Estandartes todos los penitentes son caperuzas, y no salen los pasos a hombros de costaleros. No habían tocado las seis y media cuando todos los representantes de la cofradías habían accedido a la Seu y dejado su estandarte frente al altar.
Poco después tomó la palabra el obispo, como ya lo hizo, por última vez, en 2018. Sebastià Taltavull alabó la labor de las cofradías «llevando los signos de identidad como una expresión de su fe» y recordó a los diferentes Dolores de la Virgen. «Nosotros hoy compartimos su dolor y nos unimos al de tantas familias que están en medio de una guerra, añadió.
Carta
Momentos antes, el obispo Taltavull envió una misiva con motivo de la Semana Santa en la que ya señalaba que este año es difícil «permanecer indiferente ante las escalofriantes imágenes de víctimas inocentes abandonadas en medio de las calles o en edificios destruidos». También tuvo palabras de recuerdo para una «no desaparecida» enfermedad de la COVID. Pese a ello, el obispo invita a «vivir intensamente» los días de Semana Santa y el tiempo de Pascua, pues dice «son una magnífica ocasión para poner en activo y en rodaje participativo a todo el ser cristiano».
A su juicio, para afrontar la pandemia, y ahora también la guerra, es «bueno y loable» acudir al Evangelio, a los textos claves de los profetas, a los salmos y a la celebración de la Eucaristía y del Perdón. Para terminar, el obispo invitó a la población a acudir la Misa Crismal, que tendrá lugar el próximo miércoles a las 18.00 horas en la Seu.