La cita es en la plaza Llorenç Bisbal, en cuyas calles aledañas vivió el dirigente socialista mallorquín del mismo nombre. Había nacido en Alcúdia en 1876, fue alcalde de Palma en 1931 y, en 1936 (después de su muerte el año anterior), el Ajuntament dio su nombre a la plaza llamada, hasta entonces –y luego con el franquismo– del Socors. En esa plaza, que en 1982, recuperó el nombre, recuerda este hecho el historiador Antoni Vidal Nicolau, autor de Llorenç Bisbal. El líder històric del socialismo mallorquí (1876-1935), editado por Illa Edicions. Y añade que «estuvo a punto de tener un busto aquí mismo. De hecho se convocó el concurso pero pocas semanas después empezó la Guerra Civil y se frustró la idea».
Vidal Nicolau analiza una serie de circunstancias que han hecho que Bisbal, pese a su importancia en el socialismo insular –afirma que «posiblemente fue el único que tuvo hilo directo con Pablo Iglesias, fundador del partido y se reunió con él cuando estaba ya muy enfermo»– haya pasado a un segundo plano. Tanto por el simbolismo de otros políticos de la época (Emili Darder, de Esquerra, último alcalde de la Segunda República, fusilado por los fascistas al inicio de la Guerra Civil) como por otros puntos que, visto desde esta época, podrían parecer contradictorios: socialista autodidacta se significó tanto por su lucha obrerista en la UGT como por defender en ocasiones al financiero Juan March (que construyó y regaló la Casa del Pueblo al PSOE), dejar el partido y volver a él, o cuestionar el regionalismo.
Presentación, el miércoles
Vidal indaga en los artículos del semanario El Obrero Balear y rescata este texto: «Mas si por el contrario se pretende que la llamada personalidad balear consista en establecer una nueva nacionalidad separada de las provincias de España, con gobierno propio o independiente, demarcando limitaciones fronterizas e imponiendo su lengua y sus costumbres, en este caso somos enemigos acérrimos del regionalismo por considerarlo antiespañol y antisocialista».«Los socialistas entendían que el socialismo era internacionalista y que la lengua mayoritaria, facilitaba la unidad», apunta el autor del libro. Y añade: «El socialismo de los años 30 era obrerista». El propio Bisbal sentía, a veces, cierta desazón por la falta de movilización.
«Era autodidacta, empezó a trabajar a los 8 años cuidando cerdos, luego fue zapatero y se fue formando sobre la marcha, leyó mucho y no entendía que los obreros pasasen; lo atribuía a falta de cultura y conciencia social y mantuvo encendidas polémicas por la escisión comunista. Podría haber jugado un papel muy relevante en el socialismo estatal, como Largo Caballero», indica Antoni Vidal. El libro se presenta el miércoles a las 19,30 en Can Alcover.