El sector hotelero ha salido de su letargo frente a la nueva ley turística con una semana de retraso, el tiempo suficiente para que quede constancia de su firme oposición a la moratoria en la creación de nuevas plazas hoteleras. De la contemporización inicial de la presidenta de la Federación Hotelera de Mallorca, Maria Frontera, a la contundencia del sector siete días después media un abismo y confirma los serios movimiento internos en la poderosa patronal del principal motor económico de la Isla para frenar -en la medida de lo posible- las intenciones del Govern, y de manera especial del conseller del ramo, Iago Negueruela.
La aceptación implícita de los planes gubernamentales con respecto al decrecimiento en la oferta de establecimientos turísticos, tanto hoteleros como de vivienda vacacional, por parte de la FHM suponía un cambio de registro radical del que sólo se distanció desde el primer momento Habtur, la asociación que agrupa a los propietarios que ofrecen alquiler turístico. Ahora, todo indica que la oposición ha saltado al colectivo hotelero de la mano de los pequeños y medianos empresarios en contraposición a las grandes cadenas. Las ayudas públicas en las inversiones asociadas a la adecuación de las nuevas exigencias laborales en los establecimientos, las camas elevables, y la reducción de la huella ambiental sólo han logrado aplazar la contundente negativa a aceptar la premisa más importante y trascendental de la nueva ley.
Lo ocurrido deja dos importantes consecuencias. La primera es que supone el fin del idilio del Govern con los hoteleros, entre otras razones porque la pandemia está tocando a su fin y la excepcionalidad de los dos últimos años es ya una cuestión superada. La segunda es de orden interno de la Federación Hotelera de Mallorca, donde todo indica que los pequeños se han sublevado contra los grandes para reposicional la organización ante un texto que, de salir adelante, debe marcar el futuro de la oferta turística de Baleares; no en balde la presidenta regional del PP, Marga Prohens, anunció días atrás la derogación de la ley si llega al poder. Resuenan los tambores electorales y no es cuestión de quedar fuera de juego.