Cuando María Ventura y Gabriel Llabrés comparten cuál es su secreto para llegar sanos a los cien años, cada uno presenta pequeños rituales muy variopintos que, sirvan o no, les ha hecho «tener una analítica de libro».
Coinciden en ser felices y descansar mucho, pero también en estar activos, leer o «beber cada día una cerveza». Gabriel y María se conocieron ayer por el Día Internacional de las Personas Mayores. Comieron tarta, rieron y recibieron distintos regalos solidarios. Cruz Roja organizó este evento en el que también reunió, de forma virtual, a otros centenarios de Mallorca y de Ibiza para que participaran en este evento.
Gabriel Llabrés nació en Manacor hace cien años. Alos 35 se mudó a Palma, donde montó un negocio de muebles que, con los años, ha ido evolucionando en otro tipo de negocio para las siguientes generaciones. Su rutina incluye dos cosas fundamentales:ir a merendar un llonguet y tomar una caña. «Me muevo de un pueblo a otro cada mañana sobre las 10 y media.Me gusta mucho ir a Algaida y comer un llonguet con tomate restregado y mucho aceite».
Aunque se muestra tranquilo «y vago», a Gabriel le apasiona ver deportes en la televisión. Vive con su única hija en Palma:«El doctor me ha dicho que estoy limpio, que estoy perfecto. Siempre había imaginado que me moriría antes que mi mujer, pero ella falleció hace 20 años», dijo mientras consumía su trozo de tarta.
Un día, Gabriel fue al médico y confesó su «secreto» de su longevidad:una cerveza al día. «Enseguida me dijo que no lo dejara». Tampoco ha abandonado el pan, otro ingrediente de su dieta diaria. «El pan es muy bueno». A pesar de toda la buena suerte, su pasado no ha sido fácil. Se quedó huérfano de padre con tan solo 21 años, con una mili por delante que tenía que combinar con el trabajo para traer dinero a casa.
María Ventura nació en Llanera de Ranes (Comunidad Valenciana). Cuenta que cuando era pequeña «siempre estaba endeble, me ponía enferma. Pero ya cuando me casé no volví a visitar un médico».
Se vino a Mallorca porque su marido consiguió una plaza como juez. El matrimonio ha tenido nueve hijos, cinco mujeres y cuatro varones, y hoy cuenta con 18 nietos y dos bisnietos. Su tercer bisnieto está por llegar:«Es mi motivación para llegar al capítulo capicúa (101)», dijo una María risueña.
Amante de la elegancia desde bien joven, María pasó una etapa como profesora, pero luego se dedicó a la crianza de los hijos. De hecho, este es uno de sus secretos, cuidar hijos para «tener la mente activa», aparte de «leer mucho, no fumar, no beber y descansar. Yo cada día leo, mi casa está repleta de libros. Ya desde muy pequeña me gustaba la lectura».
Cuando le trajeron la tarta, María confesó que se habían equivocado. «Yo no cumplo cien, sino 30 años». Apesar de tomarse la vida con humor y alegría, algo se ha dejado en el camino por cumplir, un sueño. Sin embargo, tiene claro que «estoy contenta con lo que me ha tocado en la vida».
Más demanda
El trabajador social del área de Personas Mayores de Cruz Roja, Juan Carlos Ballesteros, reconoció que este último año pandémico la demanda del colectivo mayor de 65 años ha aumentado a pesar de que las ayudas son limitadas. Es uno de los problemas a los que se enfrenta la Cruz Roja. «Los mayores son un colectivo prioritario para esta entidad y vemos que cada vez la demanda crece y los recursos son limitados», señaló Ballesteros. Cruz Roja atiende a una media de 30 personas centenarias. La falta de autonomía o la soledad son complicaciones que llevan a estos usuarios a pedir ayuda. El deterioro cognitivo y físico también se ha acentuado con la pandemia y eso hace que nos soliciten más ayudas».