El 33,7 % de las familias con hijos en un sistema escolar de semipresencialidad recurrió a un profesor particular durante el segundo trimestre del pasado curso 2020-21. Esta semipresencialidad, derivada de la COVID-19, se aplicó a partir de 2º de la ESO, también en Bachillerato y en alumnos con necesidades educativas especiales.
El dato corresponde a una encuesta realizada por la Federació d'Associacions de Pares i Mares (FAPA) de Mallorca, elaborada conjuntamente con el grupo de investigación Educació i Ciutadania, del Institut de Recerca i Innovació Educativa (IRIE), de la UIB. En la encuesta participaron 1.452 familias con hijos en 51 centros educativos, 34 públicos y 17 de titularidad privada.
El recurso de un profesor particular se enmarca en un conjunto de medidas que han tomado las familias como apoyo a sus hijos, alcanzando el 42,3 % de los alumnos en semipresencialidad. Así, entre estas medidas, la encuesta también registra el apoyo de un familiar (23,3 %), de compañeros de clase (6,7 %) y del propio centro educativo (3,9 %).
Profundizando en los datos, se detectan diferencias significativas entre cursos. Así, en 2º curso de la ESO, el apoyo de un profesor particular fue menor que la media, con el 24,7 %, y fue mayor el de un familiar (34,3 %). En Bachillerato, el apoyo de un familiar fue menor que la media, el 13,1 %, y ligeramente superior el de un compañero, concretamente el 9 %. El apoyo ofrecido por los propios centros fue mayor en 2º de la ESO, con el 5,8 %, y menor en Bachillerato, con sólo el 1,6 %. En los alumnos con necesidades educativas especiales, el recurso a apoyos externos llegó al 61,5 %.
Otro dato llamativo de la encuesta se refiere a los resultados académicos. El 38,6 % de los alumnos en semipresencialidad suspendió alguna asignatura por primera vez durante los dos primeros trimestre del curso.
Con recursos de apoyo o no, la evolución de las calificaciones en el segundo trimestre respecto al primero siguió igual en 34,2 %, mejoró un poco en el 32,9 %, empeoró en el 23,1 % o mejoró bastante en el 9,9 %. El 21,9 % de las familias con hijos que pasaron a la presencialidad completa durante el segundo trimestre manifestaron que hubo una mejora de las calificaciones.
En sus conclusiones, la FAPA señala que «los datos confirman la incapacidad de la enseñanza semipresencial para suplir, con unos mínimos de calidad, el espacio de encuentro entre el profesorado y el alumnado, ni para paliar sus efectos negativos a nivel emocional y académico».
Para la federación, «a pesar de los esfuerzos de la comunidad educativa por mejorar la semipresencialidad, esta enseñanza remota de emergencia ha puesto de manifiesto las diferencias entre centros y entre equipos docentes en su nivel de formación, innovación, cohesión y trabajo, lo que ha imposiblitado dar una respuesta equitativa».
La FAPA rechaza «cualquier retorno a la semipresencialidad ante la evidente imposibilidad de mejorar un sistema que no ha alcanzado los mínimos aceptables. Reclamamos a Educació que ponga los recursos necesarios».
Equidad. La FAPA valora el esfuerzo de la comunidad educativa para llevar adelante el curso con el sistema de semipresencialidad, pero considera que el resultado no es equitativo y no alcanza mínimos aceptables. En la imagen, una clase con alumnos con presencia física en el aula y otros siguiéndola a distancia.
Casi un 20 % de alumnos con necesidades
La encuesta de la FAPA señala que «continúa en semipresencialidad el 19,2 % del alumnado con necesidades educativas. Este porcentaje es demasiado elevado para un colectivo en el que la presencialidad se considera prioritaria. La semipresencialidad afecta negativamente al estado de ánimo del 76,8 % de los alumnos con necesidades educativas frente al 68,7 % del resto. Igualmente, los alumnos con necesidades educativas manifiestan dificultades para los trabajos escolares en casa en un 85,8 %, frente al 66,9 % del resto».