Las pérdidas de las redes municipales de agua potable de Mallorca equivalen a 2,3 veces la capacidad de los embalses del Gorg Blau y Cúber, en Tramuntana.
Con los últimos datos actualizados, de 2019, las pérdidas de las redes de suministro suman 28 hectómetros cúbicos, cantidad resultante de la resta de los 78 hectómetros cúbicos finalmente facturados a los 106 hectómetros cúbicos inicialmente extraídos y aportados. Teniendo en cuenta que la capacidad de los embalses es prácticamente de 12 hectómetros cúbicos (7,34 del Gorg Blau y 4,64 de Cúber, un total de 11,98), las fugas de agua de las redes municipales suman 2,3 veces esa cantidad, si bien su media anual de su aportación se limita a 8 hectómetros cúbicos.
La directora general de Recursos Hídrics, Joana Maria Garau, ha explicado a este periódico que «nos consta que los ayuntamientos, en general, se están esforzando en reducir las pérdidas de agua en sus redes, pero la realidad es que los datos no mejoran. Si comparamos las medias de Baleares de 2015 y 2019, resulta que hemos pasado del 25,5 % al 26,29 %. En Mallorca, las respectivas medias también se han incrementado el mismo período, pasando del 23,9 % al 26,4 %»
Garau reconoce que «las informaciones de hace unos años no eran demasiado fiables y a veces eran simples estimaciones. Incluso las pérdidas podían ser superiores a las apuntadas, pues había cantidades no contabilizadas ni se disponía de todos los datos, pero los ayuntamientos han mejorado notablemente en este aspecto. En la actualidad, los datos que aportan los ayuntamientos sí son bastante fiables, aunque podemos encontrar municipios que últimamente no dan información, como Deià, Escorca, Felanitx, Lloseta y Selva, aunque puede ser por problemas de las concesionarias».
La directora general recuerda que «el Pla Hidrològic establece que todos los municipios deben tener un máximo de un 21 % de pérdidas en este mismo año. El propio plan fija que, a finales de 2021, todos los ayuntamientos deben tener aprobados planes de gestión sostenible del agua, donde hay que establecer planificaciones, previsiones y objetivos, entre ellos la reducción de las fugas. Los planes de gestión sostenible también deben incluir una diagnosis del estado de las redes y un estudio de los recursos disponibles, todo ello para una dotación máxima de 200 litros de agua por habitante y día. El no tener aprobado este plan puede dar lugar a expedientes que deriven en sanciones económicas, aunque el objetivo final siempre será que se realicen las actuaciones oportunas para conseguir una gestión sostenible del agua».
Joana Maria Garau admite que «las obras para reducir las pérdidas de agua son caras y molestas, y por ello impopulares, pues obligan a levantar calles y a cortes temporales del suministro, pero si no las abordamos, no estamos valorando debidamente un bien básico y escaso como el agua y no estamos recuperando los costes de su gestión. No queda más remedio que actuar sobre las infraestructuras y explicárselo bien al ciudadano para que entienda que estas molestias son en favor de un beneficio común. Por otro lado, los planes de obras y servicios de los consells están financiando estas actuaciones al dar prioridad a las mejoras municipales en el ciclo del agua».
A veces se expone el argumento de que las fugas no son tan graves, pues el agua perdida vuelve a infiltrarse en el acuífero. Garau explica que «una vez extraída, el agua que se pierde y regresa al acuífero puede ver mermada su calidad, pues ha quedado expuesta, por ejemplo, a filtraciones de alcantarillados cercanos. Además, no podemos permitirnos perder tanta agua, pues su extracción tiene un coste económico, energético y ambiental, y por tanto estamos desperdiciando recursos».
Treinta municipios han aumentado sus fugas desde 2000
En una comparativa de pérdidas entre 2000 y 2019, un total de 30 municipios de Mallorca las han incrementado, 19 las han reducido y 4 las mantienen prácticamente igual. Es decir, a medida que avanzan los años, los conocimientos y las tecnologías, resulta que, en 20 años, el 56,6 % de los municipios han aumentado las fugas de sus redes. Los municipios con más pérdidas son Artà y Santa Maria, con un 60,83 y un 59,23 %, respectivamente, mientras que los que menos tienen son Sant Llorenç y Calvià, con un 13,7 y un 14,11 %, respectivamente.