Jamil Missaghian es persa, aunque con muchos años de residencia en Mallorca, tantos que habla perfectamente la lengua de la isla. Es, además, anticuario, con tienda -Persépolis- abierta en Jaume III, de Palma. Como cualquier otro empresario, está padeciendo las consecuencias de la pandemia por la COVID-19. De salud anda bien, pero el negocio no tira como él quisiera, «pues, salvo alguna que otra alfombra persa, no sale nada. No se vende nada. Es más, hay más gente que me llama para vender que para comprar. Me ofrecen muebles, cuadros… Algunos me dan tanta pena que se lo compro para mí».
Pues nosotros creíamos -le decimos- que las antigüedades nunca pasaban de moda, que tenían su público comprador, incluso en tiempos difíciles. «Y es verdad, las antigüedades siempre están ahí, y también tiene su público, generalmente extranjero en cuanto a mi clientela, extranjeros residentes… -matiza-. Pero este año, por el virus, no han venido, lo cual se ha notado».
Jamil, como cualquier otra persona, desea que esto termine, «pero para ello son necesarias las vacunas y mayor control en puertos y aeropuertos, que es por donde entra el virus. De lo contrario, esto se prolongará».
En su opinión, si no se ha parado a tiempo, pese a las medidas que se han tomado, «es porque las autoridades no estaban preparadas… En realidad, no lo estábamos nadie. Pero los que mandan tendrían que haber ido a Australia, Nueva Zelanda o Taiwan a preguntar cómo han conseguido pararlo. Incluso ahora tendrían que hacerlo, pues aun están a tiempo».
Pero no todo el cambio que nos está obligando a hacer la COVID es malo para él. «Al menos yo lo veo así. A mí, por ejemplo, y como yo, pienso, mucha gente más, íbamos muy acelerados y hemos tenido que frenar para observar. Por otra parte, la pandemia nos ha enseñado a consumir menos».
Creyente de la Fe Bahá'i, asegura que está convencido que esto no tardará mucho en mejorar. Y lo dice, además, convencido, tanto que nos lo da por escrito para que no haya lugar ni al error ni la duda: «Por difícil que sea la situación actual, y por muy cerca de los límites de su resistencia a los que se lleve a algunos sectores de la sociedad, la Humanidad atravesará finalmente esta prueba y emergerá al otro lado con una visión más amplia y una apreciación más profunda de su inherente unicidad e interdependencia».