Armando Ordinas ha fallecido. Su paso al frente de la tienda «Paper I Plom» , ha marcado unos años inolvidables para los amantes del recuerdo. Con su desaparición, Palma ha perdido a una persona entrañable y una tienda donde la nostalgia y el amor por conservar la memoria irrepetible de tiempos pasados, transportaban al visitante a un viaje en el tiempo.
Entre soldaditos de plomo, maquetas navales, aeronáuticas y automovilísticas, viejos libros, fotos, carteles y cómics de tiempos pretéritos, Armando pasaba el día a día en su afán por preservar un sinfín de objetos irrepetibles de su inexorable desaparición. Su tienda representaba el paradigma de una especie en extinción dentro del pequeño comercio, y un lugar familiar donde siempre había espacio para la tertulia.
Donde no existían las prisas ni las servidumbres de las franquicias o las grandes superficies. Era un espacio único en su género, a cargo de una persona que no creía que hay que desprenderse de 'lo viejo'. Porque ningún objeto actual aporta su carga sentimental, ni tampoco la rareza como pieza de colección. Y lo que antes era común como un sifón, ahora es ya algo para guardar.
Como la colección que tenía Armando procedentes de su antiguo negocio familiar, la fábrica Ordinas fundada por su bisabuelo y que desde el siglo XIX vendió a los palmesanos gaseosas, piñas, limonadas y otros refrescos, adaptándose al paso de los años, hasta la década de los 70 en la calle Flassaders. Y su pervivencia en el polígono hasta veinte años más.
Con el cierre de «Paper i Plom», la calle Argenteria, ya desde hace unos años en plena decadencia a nivel comercial, pierde ahora también un trocito más de aquellos rincones que han hecho de nuestra ciudad y durante largos años, un lugar agradable para vivir, por su escala humana y el carácter de algunos de sus viejos locales, aún llenos de encanto.