Un ser vivo se encuentra en peligro de extinción cuando, a partir del criterio científico y técnico, se sabe que es poco probable su supervivencia debido a los factores de su entorno. En Baleares, la fauna afectada con esta clasificación llega a las 14 especies. Sin embargo, las instituciones y organizaciones dedicadas a la prevención y conservación animal han conseguido mantener el legado gracias a los planes de recuperación.
Actualmente hay 12 planes en el Servicio de Protección de Especies del Govern. Estos planes se encaminan a identificar y corregir los problemas que «hacen mermar un hábitat o población», añade José Luís Martínez, ornitólogo de Fundación Natura Park, quien menciona que «las comunidades autónomas están obligadas a realizar un plan de conservación una vez que una clase animal esté en peligro». La introducción de especies invasoras y el factor humano se han convertido en problemas capitales que inciden en su desaparición.
La categoría
Una especie entra en la categoría de peligro de extinción cuando, «según la información que se tiene, sus poblaciones se han reducido en un 70 % en los últimos diez años, o su área de distribución se ha acotado en un 50 % en el mismo periodo», señala Martínez. Una vez las organización localizan este problema, se inicia el estudio sobre la especie en concreto, que suele contar al principio «con escasa inversión que en el caso de ya tener ejecutado un plan de conservación».
En total, hay cuatro categorías para seleccionar la fauna, desde preocupación menor, vulnerable, en peligro de extinción y, finalmente, situación crítica. Sobre éste último, Martínez asegura que en Baleaers «no tenemos ninguna especie» y aunque la pardela balear –única especie marina endémica en España y cuya población reproductora está solo en las Islas– podría aproximarse a esta etiqueta, «creemos que, en el peor de los casos, su periodo de extinción está a 50 o 60 años si no hacemos nada antes».
Peculiaridades
Casos como que una especie pasa de una situación ligeramente grave a grave, o más peculiar que pasan de una situación que preocupa a tener su población controlada. En este último caso se encuentra el buitre negro (Aegypius monachus), que incluso los expertos ya lo daban casi por extinto. «En Mallorca está la única población insular del mundo. Ya en los años 80 se estimaban unos 20 ejemplares. Hoy, estamos hablando de 250 ejemplares», asegura Iván Ramos, jefe de servicio de Protección de Especies del Govern.
Tampoco se habla del murciélago ratonero patudo (Myotis capaccinii), en peligro de extinción desde hace tiempo pero que cuenta con un plan desde 2012, que ahora la institución renovará hasta 2026. Es una especie cavernícola y «sensibles a las molestias externas», apunta Ramos. Se estima que su población está en torno a los 250 ejemplares en Mallorca y algo más de 400 en Menorca, «por lo que vemos que están estables», destaca, y recuerda que son animales «que tardan en recuperarse». Los expertos también señalan animales como el avetoro (Botaurus stellaris), una ave considerada en peligro de extinción, e incluida en el Plan Homeyer del Govern –que engloba asimismo a cuatro especies acuáticas más–, «pero del que no se tiene noticias en Balears como reproductor en los últimos años»; sin olvidar el ferreret (Alytes muletensis), endémico de la Isla cuya evidencia es «positiva», ya que existen fluctuaciones. Este anfibio cuenta con un plan de recuperación desde el año 1991 y está considerado como una de las pocas especies del mundo que ha mejorado su estado de conservación.
El factor humano, en todos los aspectos, es una de las principales amenazas para las especies. Es lo que sostienen estos especialistas y destacan una enorme «decepción» cuando «vemos descender poblaciones de alguna especie». Iván Ramos añade que «los ecosistemas de las Islas son especialmente sensibles.
El factor de la introducción de especies invasoras y la destrucción del hábitat, son los principales problemas para la distinción de los animales en las Baleares». Pese a ello, dicen, «hay más conciencia social».