Las asociaciones de defensa de los animales vigilan un posible repunte de abandono, sobre todo perros, como efecto del desconfinamiento. Algunas protectoras de Mallorca han detectado en los últimos días un aumento de las llamadas de dueños que quieren renunciar a sus mascotas. El temor es que se produjeran adopciones durante las fases más duras del confinamiento para tener una excusa y poder salir a la calle con perros.
Sin embargo, ese efecto no ha sido constatado por el momento en los servicios públicos como Son Reus. Al contrario, el centro municipal contabiliza una bajada significativa tanto de los abandonos como de las renuncias desde la puesta en marcha del estado de alarma.
Así, desde marzo hasta mayo se han recogido 57 animales abandonados y 39 han entrado al centro a través de renuncias de sus propietarios. En los meses de abril y mayo de 2019 habían sido 77 los animales abandonados que fueron recogidos en Son Reus y 54 las renuncias.
El número de renuncias fue especialmente bajo en marzo, cuando se produjeron 12, aunque ese mes fueron más numerosos los abandonos, con un total de 26.
La fiscal delegada de Medio Ambiente en Balears, Rosario García, señala que ese efecto se había temido pero que, por el momento no se ha detectado. La Fiscalía envió un oficio al principio del estado de alarma para que se vigilaran esas posibles adopciones fraudulentas y se solicitaron datos a los ayuntamientos para hacer un seguimiento.
«No quiere decir que luego no salgan estos casos», apunta García, que también reflexiona sobre un posible repunte de las renuncias a animales como consecuencia de la crisis económica en casos en los que los dueños no tengan capacidad de afrontar los gastos que supone mantener un animal.
Manuel Molina, responsable de la Asociación Balear de Abogados por los Derechos de los Animales, señala que también están alerta ante la posibilidad de que se produzcan esos abandonos de animales acogidos durante el estado de alarma. Advierte que es un tema que está sobre la mesa pero señala que aún no tiene datos de que se esté produciendo.
Molina explica sobre Son Reus que los animales han estado a su vez confinados porque no se ha permitido hasta hace unas pocas semanas la asistencia de los voluntarios que acuden al centro, por lo que la mayoría no ha podido salir de las jaulas durante meses. Espera que, en las próximas semanas se normalice la situación y que se puedan retomar las visitas que varios colectivos llevan a cabo para vigilar el funcionamiento del centro.
Sin adopciones
Durante el confinamiento era muy complicado adoptar ningún perro. Fuentes municipales recuerdan que no era una actividad para la que se permitiera moverse, por lo que era imposible acudir a los centros. Ahora, protectoras más pequeñas limitan el acceso y por ahora rechazan las renuncias. Sí apuntan que las llamadas para llevarles animales se han disparado en las últimas semana, si bien piden mantener el anonimato por temor. «Llaman con excusas como siempre, como que se van a mudar y sí hemos notado un aumento en las últimas semanas», advierten.
El abandono de un animal es un delito contemplado en el Código Penal y está castigado con una pena de multa. Si, como consecuencia de ese abandono, el animal sufre daños, la condena podría llegar a ser de cárcel. En la práctica estas acusaciones llegan muy raramente a los juzgados.