Los comercios de proximidad y los locales de menos de 400 metros cuadrados tienen permiso desde este pasado lunes para abrir sus puertas pero en el mundo textil, que incluía a las tiendas de ropa independientes, es decir, que no fueran franquicias, pocos se atrevieron. Una de las condiciones era abrir con cita previa, el cliente encarga aquello que necesite y acuerda una hora para pasar a recogerlo.
Inma Trujillos, de Inma Boutique y complementos, prefiere reservarse para la fase uno presumiendo que comience el lunes de la semana que viene. «Hoy (por ayer) estoy limpiando», indica mientras entra en el establecimiento para seguir redistribuyendo los burros con vestidos. «La temporada de invierno la he guardado», explica. «La sacaré a la venta al 50 % y para el resto empezaré con rebajas del 20», prosigue.
Tiene las ideas claras, no en vano lleva más de treinta años de oficio. Durante este mes y medio, «he tirado de la ayuda de mi familia e incluso me vi obligada a buscar comida, pero me la denegaron porque soy autónoma». Invirtió 20.000 euros en la temporada de invierno y ya tiene que guardarla. Estos días limpia y acomoda. Se siente feliz porque dice que es «una curranta natural».
La crisis sanitaria supondrá para Inma Trujillos volver a «empezar de cero», aunque la propietaria del local, que le ha perdonado dos meses de alquiler, le ha puesto las cosas más fáciles. «Que miren más por los vulnerables y que dejen trabajar a los que no estamos contagiados», le pide «a los que mandan».