Si la banda sonora oficiosa del confinamiento ha sido ‘Resistiré', la de este sábado, primer día en que estaba permitido salir a pasear y hacer ejercicio, podría haber sido ‘Libre'. Incluso la letra del éxito de Nino Bravo –«como el sol cuando amanece, yo soy libre como el mar...»– casaba con la estampa que ofrecía el Paseo Marítimo de Palma al despuntar el día, con multitud de personas que habían estado 48 días encerradas y que por fin podían salir de casa por algo que no fuera ir al trabajo o a comprar. «He venido de la otra punta del Paseo Marítimo, que es donde vivo, caminando y haciendo deporte. He recuperado la sensación de libertad» decía feliz Silvia Navarro, que se había parado un instante ante la playa de Can Pere Antoni para saludar a una amiga que casualmente había encontrado.
Las imágenes hablan por si solas y sí, en Can Pere Antoni había mucha más gente de lo que antes del confinamiento era habitual. Unos pasaban caminando, otros corriendo, en bicicleta, patinando... ¿Distancia de seguridad? Se intentaba mantener los dos metros, pero era imposible no rebasarlos sin dar extraños rodeos. Muchos llevaban mascarilla. Oliver Bradley, que no hablaba ni catalán ni castellano y que trabaja en el sector náutico, señaló que «qué podíamos esperar tras siete semanas encerrados... Es normal que la gente haya salido en masa».
Especialmente entrañable era la imagen de los que bajaron a la orilla del mar, que estaba calmado y que este sábado tenía un color gris y oscuro. Algunos se quedaban mirando fijamente el horizonte, como si de repente hubieran encontrado a Dios; otros se descalzaban para recuperar la sensación de comulgar nuevamente con la naturaleza andando sobre la arena mojada; otros sencillamente hacían los estiramientos posteriores al ejercicio físico; otros se atrevieron –ilegalmente– con un chapuzón y algunos hasta se metieron en la bahía –legalmente– con sus piraguas o tablas de surf. En medio del arenal, los hermanos Carles y Núria Ramírez contemplaban el panorama. Viven junto a la gasolinera de Avingudes y habían venido a caminar. «Hoy cumplo 19 años y me hace mucha ilusión celebrarlo», comentó Núria. ¿Bastará con este paseo? «¡No! Nos espera una tarta en casa y más tarde haré una vídeollamada a las amigas».
El azar quiso que ayer fuera uno de los días más calurosos del año, con una temperatura máxima de 28,5 grados en Palma y de 30 en s'Albufera. Por si no bastaran los 48 días de encierrro, he aquí otro aliciente para salir de casa. De hecho, el Paseo Marítimo fue posiblemente el lugar más concurrido por los palmesanos, pero sa Riera y otros parques de la ciudad se llenaron igualmente de exconfinados.
El BOE fijaba que adultos y deportistas debían estar nuevamente en casa a las diez y que, a partir de esta hora, podían salir a la calle los mayores de 70 años. No todos cumplieron con la norma, pero efectivamente en pocos minutos los matrimonios de jubilados sustituyeron a los runners. Uno de estos es el conformado por Pep Llorens y Delfina Amengual, vecinos de es Portitxol. «Hemos calculado el radio de un kilómetro alrededor de casa y podemos caminar hasta ‘la Gaviota'», explican. ‘La Gaviota' es aquel obelisco junto a la veleta de la Rosa de Vientos.
Entre el Molinar y el Portitxol, bajo una pérgola, otros dos matrimonios conversaban animadamente. «Ellos sí son mayores de 70, nosotras les hemos sacado a pasear», comentan entre las risas resignadas de sus maridos Enma Martínez y Encarna López.
De regreso a Can Pere Antoni, una pareja de agentes de policía advierte a los pocos deportistas que todavía están en la calle de que ya tendrían que estar duchados. «Estábamos aquí a las seis y media de la mañana y ya había un montón de gente. En mi vida había visto esto. En mi opinión ha sido un caos, porque la distancia de seguridad no se ha respetado y podrían haberse producido contagios. Recemos para que no nos vuelvan a confinar».