«A finales de los años 90, esto era una fiesta. La jornada de tondre se asemejaba a las matances. Teníamos 300 ovejas y muchos amigos nos ayudaban a esquilar. Hoy sólo hay 50 animales y en dos horas y media el trabajo está hecho». Así explica la joven madona Mica Pizá la labor para despojar a las ovejas de unos pocos quilos de lana.
Le han ayudado, en una finca cercana al campo de golf de Son Antem, en Llucmajor, tres amigos, Biel, Joan y Miquel, en un trabajo que hace diez años realizaban cuadrillas de ciudadanos polacos, cuando los rebaños eran cuantiosos. «El año pasado nos pagaron 17 euros por la lana, un material que en los buenos tiempos de la payesía se cotizaba bastante, sobre todo a la hora de confeccionar colchones», señala la capataz de esta possessió, quien añade que «hay que esquilar a las ovejas por necesidad. Es la manera de que, con la llegada del calor, no sean atacadas por moscas vironeres, pulgas y garrapatas», añade.
Desde hace tiempo ya no se utilizan las tijeras para esquilar a estas ovejas de raza lacón, sino que se utilizan maquinillas eléctricas. Joan, joven payés de 25 años, con cerdos y 250 ovejas en su finca, apenas tarda dos minutos y medio en esquilar una anyella.
«Este año será complicado que los ganaderos puedan esquilar a sus ovejas; con el estado de alarma no han podido desplazarse a Mallorca las cuadrillas de ciudadanos uruguayos que normalmente hacen este trabajo en el mes de mayo», señala Biel, el más veterano de los tres tonedors.