«Para mí los niños son verdaderos héroes», dice la psicóloga infantil Esther Ureña, profesora asociada de Psicología Infantil de la UIB y directora de Still, Asociación de Padres de Niños con TDAH. En esta etapa de encierro, más de 150.000 niños de Baleares menores de doce años llevan más de tres semanas encerrados en sus casas para evitar el contagio. Si los adultos pueden ir a comprar o tirar la basura, los menores han abandonado parques, colegios y patios.
«Los niños necesitan movimiento. Son activos y ahora están escondidos, haciendo una labor formidable. Los niños están trabajando en sus casas, se implican y se responsabilizan de la situación. Estoy gratamente sorprendida», dice Ureña. Si bien es cierto que hay niños, con patologías clínicas previas al coronavirus, que están padeciendo «estrés, ansiedad o adolescentes que se han escapado de casas». Todos los pequeños «están haciendo un gran esfuerzo que luego tendrá consecuencias. Están reteniendo, no se pueden expresar y tienen que gestionar las preocupaciones y el estrés de un encierro que parece que será bastante largo», dice Ureña. De este modo, «habrá consecuencias emocionales, sociales y académicas».
La psicóloga advierte que «se enfrentan a un gran acontecimiento que les va a cambiar. Ya antes eran sensibles al cambio climático pero a partir de ahora van a vivir un mundo muy diferente». Su encierro obedece a las buenas prácticas de distanciamiento social y aprenden medidas de higiene que les servirán para cuando se normalice la situación. Este sacrificio se contrapone con los adultos que pueden ir a por tabaco o tirar la basura.
Ureña incide en que «deben estar expuestos a la luz del sol» y ante el exceso de las tecnologías, tienen que seguir desarrollando «la habilidad motricidad fina y gruesa. No pueden estar solo sentados. Deben jugar en las terrazas o balcones, llevar a cabo circuitos en casa para desarrollar la motricidad, pasar por debajo de sillas, mover cosas, que haya espacio abierto dentro de casa».
Inevitablemente, los niños se dan cuenta de la situación: «No tenemos que transmitirles nuestra preocupación. Hay que contar con serenidad». Si la situación económica ha empeorado, «no podemos hacerles responsables, pero sí demostrarles que luchando se pueden conseguir las cosas». Si bien es cierto que «hay más conflictos», Ureña aboga por «ser más tolerantes. Si los vemos corretear o explotar globos, no pasa nada».
En este confinamiento los deberes son otro caballo de batalla doméstico. Francesca Salvà, profesora titular de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación de la UIB, advierte que «el impacto del confinamiento será muy diferente de unos niños a otros. Dependerá de la edad, el entorno familiar, si tiene una terraza, vive en un piso pequeño o está confinado en una habitación alquilada». Si a esto se suma «la responsabilidad extra de hacer de maestros, aquí los que pierden son los niños de las situaciones más desfavorecidas». Aún así, «un niño bien cuidado no tiene porque padecer grandes problemas». Ahora la prioridad es «el bienestar emocional de los niños y de los padres. No puede ser que con el estrés del encierro, el trabajo, o con enfermos en casa, haya esta presión tan fuerte por el aprendizaje instrumental». Salvà recomienda «relax y tranquilidad. Estamos aprendiendo mucho y nos servirá de algo. Cuando vuelvan a las aulas habrá que trabajar el soporte emocional de una manera lúdica».
Pautas y consejos para sobrellevar mejor el encierro infantil
Ureña recomienda fomentar las interacciones sociales con amigos y familias «a través del móvil». Por otro lado, «los niños no pueden perder las habilidades si no entrenan. La lectura requiere un trabajo continuado».
Tiene que existir la posibilidad de que «se expresen y muestren sus preocupaciones, incluso a través del dibujo». Mantener la rutina es básico: levantarse pronto, desayunar, hacer deberes, jugar...